Tras la muerte de su esposa, Theo cría solo a su peculiar hijo Robin, un niño al que le preocupan los problemas medioambientales, que pinta animales en peligro de extinción para intentar recaudar fondos y al que le cuesta controlar su ira, lo que hace que estén a punto de expulsarlo del colegio tras golpear a un compañero. Esto lleva a Theo, que quiere evitar medicar a su hijo, a apuntarlo a un tratamiento experimental de neurofeedback para que aprenda a controlar sus emociones y su ira. Gracias a este tratamiento el niño empezará a sentir cada vez más cerca a su difunta madre y a conocerla mejor, lo que hará que Robin vaya cambiando, que controle mejor sus emociones, que se vuelva más sociable y que quiera seguir los pasos de su madre (activista medioambiental defensora de los animales) intentando llevar a cabo protestas para concienciar sobre el peligro de extincion de cientos de animales. Una historia íntima y tierna, pero también desgarradora, que habla sobe ecologismo, activismo, la pasividad de la sociedad, el avance de la ciencia, las relaciones paternofiliales, el amor, la pérdida y la posible existencia de vida en otros planetas (a través de descripciones de posibles planetas y de cómo sería la vida en ellos, que Theo, que es astrobiólogo, le cuenta a su hijo). No sabía que esperar de este libro y al principio, haciendo honor a su título, me desconcertaba un poco y pensé que quizá no era una lectura para mí, ya que no acababa de tener claro de qué iba y la historia no conseguía captar mi interés. Aún así seguí leyendo, la historia fue convenciéndome cada vez más y, finalmente, esta novela diferente y conmovedora me ha gustado más de lo que me esperaba. Enlace: http://cuatrodeseis.blogspot.. |