Dura, descarnada, describe una relación de pareja en la que el maltratador va mostrando poco a poco su cara para hacernos ver que a menudo no es tan fácil detectarlo hasta que no llega un punto de no retorno. El acercamiento y posterior aislamiento, en este caso agravado por un océano de distancia entre ella y sus seres queridos, el control, los celos, y una violencia que va creciendo a medida que transcurre la novela, que no te deja pensar otra cosa que un "¡Sal de ahí!“ Él no es el estereotipo que tenemos en la cabeza de maltratador (clase baja, problemas de adicciones...). Ella no es el estereotipo de mujer maltratada (perfil universitario, independiente...). Quizá sea que en este tipo de violencia, que tantos se empeñan en negar, los estereotipos no funcionan. Sólo me queda una novela de Edurne para el 2024 y luego, me quedaré huérfana de historias esperando la próxima. |