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Leer Sanguínea es como navegar por un río de sangre; sangre que fluye del cuerpo de la protagonista con cada menstruación, pero también la que emana de sus heridas sin cicatrizar: por la muerte de su hermano, el fracaso de su matrimonio, su maternidad frustrada y, por último, la sangre que acompaña al parto de un hijo que nunca será suyo. El libro de Gabriela Ponce es crudo e intenso; no solo se lee, también se siente en cada víscera de tu cuerpo: hay pasajes que excitan por su sensualidad, otros que producen ansiedad y muchos que duelen, porque nos hablan de la vida tal y como es, sin adornos ni falsas esperanzas. La protagonista del libro está pasando por un momento vital difícil, tras su divorcio, y eso la lleva a vivir distintas experiencias: afectivas, sexuales, relacionadas con el consumo de drogas y con una maternidad buscada, pero no deseada. Todas estas experiencias harán que se encuentre consigo misma y descubra que en el sufrimiento también puede haber placer, amor y amistad, porque el dolor es algo que arrastramos con nosotras y que tenemos que aceptar como una parte más de nuestra vida, como esa sangre que emana cada mes de nuestro cuerpo llevándose consigo una parte de nosotras. |