Cuando un libro consigue que te sumerjas en un estado de ánimo concreto quiere decir que ha logrado su objetivo. Y con Pórtico desde la primera página te zambulles en una atmósfera de desesperación pero, a su vez, también de esperanza. De desesperación porque la Humanidad se está quedando sin recursos y está lanzándose al espacio con los ojos cerrados y cruzando los dedos para no encontrarse con la muerte. Pero esperanza porque a pesar de tenerlo todo en contra, algo hace que los seres humanos sigamos metiéndonos en las naves Heechee para encontrar algo que parece imposible: encontrar a la raza alienígena Heechee y poder salvar a la Humanidad. Y Frederik Pohl consigue que te pongas en la piel de estas mujeres y hombres que se lanzan al espacio sin saber si van a volver. Con estos sentimientos transcurre la novela, intercalado también con capítulos donde el protagonista es psicoanalizado por un robot con apariencia de Sigmund Freud para que vaya desgranando poco a poco su historia. Y si todo lo anterior no te convence, estas conversaciones con su robot-psicólogo ya merecen la pena que empieces a leer Pórtico. |