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No ha cumplido mis expectativas. Y aclaro que eso sólo es cosa mía. Lo tenía todo para gustarme mucho, porque si lees la sinopsis sabes que ya te va a gustar. Sólo con pensar en un pueblo maldito ya me tenía ganada. Pero no ha sido para mí. . Os cuento un poco de qué va. Una pareja, Lucas y Sam, deciden buscar un nuevo hogar en San Nicolás, el pueblo de dónde procede la familia de Lucas. Pero como podréis imaginar, lo que se van a encontrar es algo muy diferente a lo que imaginaban. Para empezar, San Nicolás está apartado de todo, solitario, y parece más un pueblo fantasma que otra cosa, porque parece que no hay gente. Y luego está la casa, la antigua casa se la familia de Lucas, que parece que los acoge a pesar de los secretos que guarda. La cosa pinta muy bien, pero comienzan a pasar cosas. Una de las más importantes es la distancia que empieza a manifestarse entre la pareja. Lucas cada vez se siente más cómodo, más involucrado en el ambiente de la casa y el pueblo. Por el contrario, Sam cada vez se siente más sola y más perdida, y no entiende al nuevo Lucas, casi un extraño para ella y al que apenas ve. Es esta relación la que considero que no se explota demasiado, quedando todo en manos de los sucesos extraños que van pasando. El personaje de Lucas acaba pareciendo una mera marioneta, al son de siniestras energías pero sin posibilidad de reacción. Entiendes su metamorfosis pero no que apenas intente combatirla. Entiendo la desesperación de Sam, ya está perdida desde las primeras páginas. Lo mejor del libro es la narración de los hechos pasados, saber qué ocurrió para llegar a este punto. Esta parte siempre suele ser lo mejor en este tipo de historias, es cuando todo va tomando sentido y las respuestas van apareciendo. Y la ambientación también, no le quito valor. Pero esto no ha sido suficiente para mí porque he sentido que los tópicos desgastaban la fuerza del mensaje. Demasiado polvo por todas partes. |
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