El Portal a Dosnaowe:

No puedo estar más feliz de haber empezado con la saga de los Atemporales, este primer libro titulado “El portal a Dosnaowe” ha conseguido atraparme desde el primer capítulo a base de una gran combinación de fantasía y magia con unos tintes de oscuridad que, para la que escribe, siempre son bienvenidos. K. Phylaso nos abre las puertas a un mundo con sus propias normas, una gran diversidad especialmente en lo que se refiere a las criaturas que lo pueblan, y también con un léxico particular para cuya comprensión nos facilita un breve diccionario al final del libro. Todo ello es muestra de la imaginación prodigiosa de la autora, cuestión que se confirma en tanto en cuanto, con todos estos elementos, nos ofrece una historia muy atrayente y cuyas aristas va descubriendo poco a poco, dejando numerosas intrigas por el camino que, aunque ya se van dibujando, prometen ofrecernos numerosas sorpresas en las próximas publicaciones.

La trama comienza en Afkleryo, el instituto del planeta Narweng, donde estudian aquellos individuos que cuentan con el don de la magia. Angelonenses, oceánigos, vampos y humanos comparten esta peculiaridad y espacio en Afkleryo. Sin embargo, esto no siempre fue así y Narweng vive con la sombra del racismo que tiempo atrás trató de separar las diferentes especies del planeta. En el momento en que la amenaza es más real que nunca, Mera descubrirá ser una Heredera, una de las poseedoras de uno de los portales que llevan a otras dimensiones habitadas por criaturas de pesadilla que tendrá que aprender a controlar con la ayuda de Corvus, un muy peculiar ángel de alas negras; y a través de la alianza con personas del instituto que hasta el momento parecían estar en un bando completamente opuesto al suyo.

La manera que tiene la autora de presentar a los personajes es soberbia, incluso aquellos que pudiéramos detestar en un principio, tienen una historia conmovedora detrás que se nos desvela al hilo de la trama haciendo que todas las piezas encajen a la perfección. En este sentido quizás la propia protagonista no ha sido de mis preferidos pero tengo la sospecha que se debe a que todavía quedan numerosas intrigas que desvelar acerca de ella y su familia. Gracias a esta manera de presentar a los personajes, el argumento nos ofrece giros muy interesantes dejándonos con un apoteósico epílogo que simplemente hace que sea imposible no querer saber mucho más. Por otro lado, el universo que crea es tan extenso y singular que estoy segura de que todavía tiene muchas facetas por descubrir. También contamos con una personal mitología que, si bien, puede hundir sus raíces en la tradición grecorromana, lo hace únicamente como influencia básica para crear con esto algo completamente genuino.

Me parece especialmente destacable un tema que aborda ampliamente (ya mencionado en líneas anteriores) y es la cuestión de la discriminación entre razas y especies de Narweng (incluso entre cuestiones sobre la “pureza” de la sangre de los magos) y que realmente conforma la amenaza de fondo que se cierne sobre la pacífica sociedad de este planeta. La arbitrariedad y el peligro de tales distinciones llevan a la reflexión sobre un tema perfectamente extrapolable a nuestra sociedad. Por otro lado, no puedo dejar de mencionar la originalidad en cuanto a toda la explicación que nos ofrece la autora acerca de la existencia de niveles, planos y dimensiones, algo que considero que puede dar mucho juego en los próximos libros de una saga cuyas posibilidades es imposible vislumbrar gracias a todas las tramas abiertas y los múltiples caminos que permite seguir el universo de K. Phylaso.