Diatomea

Camaleónica, singular, experimental, vanguardista, irónica, son algunos de los adjetivos con los que muchos definen la narrativa de la autora catalana Núria Perpinyà. Los críticos acostumbran a ensalzar también la riqueza de su léxico, tan impregnado de las influencias de Josep Pla o Ruyra. Pero a mí me resultan cargantes sus cacofonías y aliteraciones. Con todo, encuentro interesante la premisa de la que parte la autora lleidatana, que asume que es en la literatura donde se ensayan los posibles futuros de la humanidad, una premisa defendida también, entre otros autores, por Iris Murdoch, cuya obra, “El mar, el mar”, es un claro referente para “Diatomea”, cuyo título es todo un homenaje precisamente, a las maravillas del mar, unas maravillas que están en peligro de extinción, en crisis, una crisis a la que Núria Perpinyà se enfrenta cargada de humor negro. Porque “Diatomea”, publicada en el 2022, es una novela de ciencia ficción, intriga, aventuras. Pero también es una tragicomedia que reflexiona sobre el cambio climático, la demagogia, el populismo…
“Diatomea” es la recreación de un mundo que se mueve entre lo grotesco, entre la utopía y la distopía, donde un megalómano y delirante científico pretende salvar el planeta Tierra eliminando el agua y con el agua las diatomeas, esas algas que le aportan su característico color azul. Describe un mundo, contextualizado en el siglo XXIII, donde el cambio climático ha provocado terribles terremotos e inundaciones y se percibe erróneamente el agua como una auténtica fuente de problemas, más que como una fuente de vida.
La novela reflexiona sobre la fuerza violenta de la dialéctica, sobre la maldad y los intereses especulativos que encierra la idea de progreso, erradicando todo lo que implica la tradición, sea positivo o negativo, para acabar desembocando en el puro nihilismo, tan propio de autores como Cioran o Houellebeq. Y sin embargo, la autora, al recrear un mundo donde impera el mestizaje racial, donde la tecnología está integrada en la vida diaria, donde todos los políticos son mujeres y en la toma de las decisiones se considera la opinión de los niños, parece inclinarse al mismo tiempo hacia una utopía, hacia una idea esperanzadora que en el fondo parece encerrar una idea de feminismo engañoso y un ecologismo mal entendido, pues en un mundo donde el feminismo se convierte en la ideología dominante, en una especie de matriarcado donde la balanza del supremacismo se inclina a favor del género femenino, donde no hay violencia física ni guerras, pero continua imperando el capitalismo más salvaje, se está más cerca de la distopía que de la utopía.

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