Mujeres a las que se encerraba, aunque fuera en las habitaciones de su propia casa, para que se recuperaran de sus crisis nerviosas y se dejaran de tonterías. A las que se recomendaba no escribir, no leer, no pensar. Me gustaría saber dónde nos encerrarían ahora con la cantidad de crisis que sobrellevamos y la terquedad con la que nos empeñamos en SER. La escritura como reivindicación siempre. |