Lo cierto es que el relato dura medio almuerzo y tampoco es que Reverte se caliente mucho los cascos con el lenguaje y sin embargo, tiene algo. Trocito (cachito) es una adolescente cuya virginidad ha sido apalabrada y cobrada a un gentil constructor. Vive en un burdel custodiada por su hermana, (oh, que divina es la familia) le gusta la lectura, aunque solo leyó un libro en su vida, La isla del tesoro, y sueña con ver el mar. Un expresidiario (narrador) camionero, hará una paradita en el lupanar y tras sus gestiones se encontrará en el camión a la dulce adolescente. A partir de aquí el autor despliega todo tipo de golpes, carreras y deseos impuros. Pese a ser un argumento tan poco original y utilizando todos los tópicos atribuibles a cualquier macho pecho peludo, aún cuando Reverte ni se molestó en cuidar su prosa, y el relato, para que engañarnos es una bobada, este hombre tiene un ángel en los dedos y un no se que, que te obliga a leer sin pestañear. Hasta la fecha, lo peor que he leído del autor, y sin comprender la razón, me gustó. Tal vez, algunos preferimos que todo este en su sitio y no esparcido por las páginas a la buena de dios. |