Un texto que es al mismo tiempo novela y confesión. El narrador y el autor prácticamente se funden en esta obra sobre la guerra, el amor, el recuerdo y el remordimiento; sobre los errores de los que nos arrepentimos pero que volveríamos a cometer. El pintor de batallas es un como un elegante ejercicio de vivisección del fotógrafo que, escudado tras la lente, no interviene pero tampoco olvida, porque su trabajo es también fijar un momento para la eternidad, aunque le cueste su conciencia. Es una reflexión acerca de si el amor puede ser sin ser egoísta. Una novela que conmueve, que no es para todos los lectores, probablemente, pero a la que merece la pena darle la oportunidad. No deja indiferente. |