Cementerio de secretos

Una mujer acaba de aparecer en el desierto del Sáhara. Se trata de Alba Orbe, que desapareció en España cuando tenía cinco añitos. Está desorientada y en estado de shock y no es capaz de explicar qué le ha pasado ni dónde ha estado todos estos años.

La Brigada Central de Investigación de Delitos contra las personas se encarga del caso y uno de los inspectores recaba la ayuda de Tirso de la Fuente, un lingüista retirado en Menorca que, hace años, ayudó ocasionalmente a la policía. No tardará mucho tiempo en averiguar que la desaparición de Alba tuvo relación con el trabajo del padre quien participó en un proyecto secretísimo encargado por Franco: la fabricación de una bomba atómica.

Estoy convencida de que los simples mortales nos enteramos de la misa la mitad. Entre las campañas de desinformación patrocinadas por los políticos, los secretos de Estado y lo que se cuenta cómo interesa, sabemos algunas cosas, otras las desconocemos por completo y de algunas otras tenemos información muy sesgada. En esta novela José Antonio Pérez Ledo aborda un episodio de la historia española que se ha mantenido en secreto durante décadas. Y es que parece que Franco no quería quedarse atrás en la carrera nuclear y encargó a un grupo de científicos el diseño y elaboración de una bomba atómica. ¿Se llegó a construir? La base de la novela puede parecernos ciencia ficción pero no lo es: es totalmente real y a ese proyecto se le llamó “proyecto islero”. Si no me creéis buscad información en Google.

Así como en algunos países (como Estados Unidos) los secretos de Estado tienen fecha de caducidad y, pasado el tiempo determinado en la ley, dejan de ser secretos, en España no tenemos una regulación similar y, en principio, lo que se califica en un determinado momento como secreto puede seguir siéndolo por los siglos de los siglos. Habrá cosas que probablemente nunca sabremos y otras de las que sabremos algún detalle como es el caso del proyecto islero. En principio, nos han contado que la bomba atómica no se llegó a construir pero José Antonio Pérez Ledo considera que sí -en la ficción-, que se construyó. Y en base a esta idea desarrolla toda una historia contada en dos tiempos: presente y pasado. En el pasado conoceremos a los científicos que construyeron o intentaron construir la bomba, qué hicieron y por qué. Uno de ellos fue el padre de Alba, cuya vida acabó en tragedia. En la actualidad, Tirso iniciará una investigación extraoficial de forma paralela a la investigación oficial que realiza su amigo. Pronto se dará cuenta de que hay todo un entramado de intrigas, secretos y mentiras y de que hay gente que no quiere que todo aquello salga a la luz.

En la novela hay algunos personajes reales como no podía ser de otra manera aunque los principales son ficticios. Entre ellos destaca nuestro protagonsita, Tirso de la Fuente que tiene una profesión que me ha encantado: lingüista. El autor explica qué puede hacer un lingüista, cómo con unas simples frases puede saber casi todo de su interlocutor: de dónde viene, familia, estudios, a qué se dedica, etc… Las partes en las que hablaba de su trabajo y demostraba lo que podía hacer me han parecido lo mejor de la novela.

Es un narrador omnisciente quien nos cuenta los entresijos de la acción focalizando en los diferentes personajes. La novela se estructura en treinta y cinco capítulos de corta extensión. El autor combina adecuadamente la narración con el diálogo y el ritmo de lectura se mantiene constante a lo largo de toda la novela. Con una prosa sencilla y de fácil lectura, en la novela ocurren bastantes cosas por lo que resulta muy entretenida, llegando en algunos momentos a parecer un thriller, sobre todo hacia el final.

Conclusión final

“Cementerio de secretos” es una entretenida e interesante novela sobre la construcción por parte de la España franquista de una bomba atómica. Un proyecto real que yo desconocía hasta el momento en el que leí la novela y que por ello me ha resultado sumamente interesante además de que me ha hecho plantearme cuántos otros secretos de Estado hay por descubrir.
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