Cementerio de secretos

Siempre me he preguntado cuánta cantidad de información desconocemos. Mucha. Estoy segurísima. Secretos de Estado, les llaman, que existieron, existen y existirán.

Jose Antonio Perez Ledo se ha limitado a coger uno ya revelado e inspirar una trama en torno a él: el Proyecto Islero, puesto en marcha durante la época franquista con el fin de desarrollar nuestra propia bomba atómica.

Sí, que intentó desarrollarse ya no es un secreto, pero para mí era algo completamente desconocido por lo que ya solo con la premisa esta novela tenía ganada mi curiosidad. A ritmo de thriller, el lector acompaña a Tirso, lingüista forense, en la investigación de un caso que parece relacionado con este proyecto.

Tirso. Para mí es el punto a favor de esta historia, con un perfil lejano al de otros protagonistas del género, visibiliza una figura que, estoy bastante segura, es igual de desconocida que este secreto de Estado.

Y si el protagonista es un punto a favor, también lo es el ritmo que Jose Antonio ha sabido imprimirle a la novela, y lo bien que ha ido introduciendo información acerca de este episodio de nuestra historia a lo largo de las 445 páginas. ¿Hasta dónde llega la realidad y hasta dónde la ficción? Pues ese es otro secreto, no de Estado (en este caso si se rasca se averigua), pero sí de escritor o escritora. Como dice Rosa Montero, «escribir es jugar con un juguete enorme» y Jose Antonio Pérez Ledo juega. A nosotros, como lectores, solo nos queda dejarnos arrastrar a la partida.

Con esta novela he descubierto a un autor del que quiero leer más, lo tengo muy claro. Su estilo, en el que indudablemente influye (es inevitable) su perfil de guionista, es muy cinematográfico, lo que unido a una temática muy interesante ha hecho de esta lectura un gran paseo por nuestra historia más secreta.