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Crítica de Nosinmislibros


Nosinmislibros
27 November 2020
Nazarín' (1895. Alianza, 2016) es una obra excepcional, de las mejores del ciclo de novelas espiritualistas que escribiera don Benito Pérez Galdós (1843-1920).
Influido por el espiritualismo que empieza a inundar el panorama europeo durante los últimos años del XIX, el pensamiento religioso de Tolstói, la novedosa doctrina social de la Iglesia representada por la ‘Rerum Novarum' de León XIII (1891) y la tradición mística española, el autor canario expone cómo la transformación de la sociedad solo podrá llegar a través de un compromiso humanista cristiano y reformista, un universo ético basado en el amor y la caridad tal y como se vivían en los primeros tiempos del cristianismo, con el Dios de la misericordia y la esperanza en el horizonte de todas sus propuestas.
Y en ‘Nazarín' la pregunta que se hace Galdós es cómo sería acogido alguien tan excepcional, tan loco, como Jesús de Nazaret en unos tiempos en los que la Humanidad está absorbida por las “especulaciones científicas” y los “progresos de la mecánica”. de ahí que el sacerdote protagonista aparezca “revestido” de Cristo. La respuesta, como es de esperar, es de rechazo: “El siglo XIX ha dicho: No quiero conventos ni seminarios, sino tratados de comercio. No quiero ermitaños, sino grandes economistas. No quiero sermones, sino ferrocarriles de vía estrecha. No quiero santos padres, sino abonos químicos”. El siglo XIX rechazará a Nazarín tal y como el I hizo lo propio con Jesús.
El paralelismo que encontramos entre ambas figuras queda patente no sólo en la aparición de frases extraídas de los Evangelios, sino sobre todo en la actitud del sacerdote y la estrecha analogía que vemos entre algunos episodios de su vida y determinados pasajes de la de Jesús:
- El nombre con el que es conocido nuestro sacerdote evoca, sin duda, al de Nazareno (Mt 26,71).
- Nazarín abandona su casa y ciudad y emprende “esa vida de pobreza errante, esa vida de anulación voluntaria, de ascetismo, de trabajos y escaseces” tal y como hizo Cristo. Y si éste no tenía donde reposar la cabeza (Mt 8,20), el manchego se conformará como Jacob con una piedra cualquiera como almohada (Gn 28,11).
- Nazarín no se rodea de discípulos varones, pero sí de dos mujeres, Beatriz y Ándara que le siguen, atienden y cuidan, al igual que hicieron otras con Jesús (Lc 8,2-3), y serán conocidas despectivamente como las “nazaristas”, como los de Jesús fueron llamados nazarenos (Hch 24,5).
- Cuando estas dos mujeres suplican acompañarle, "Quedóse un rato meditabundo el buen Nazarín, haciendo rayas en el suelo con un palo", escena calcada del pasaje de la mujer adúltera (Jn 8,6).
- A estas “discípulas” enseña, como hizo Jesús con sus discípulos (Mt 4,23; 5,2 y 7,28; Mc 4,2; 4,34 y 6;34; Lc 4,15 y 5,3; etc.), “nociones elementales de la doctrina” “con lenguaje sencillo, dándoles más claridad a veces con la forma de ejemplos”.
- Y les advierte de lo exigente y dificultoso que es el camino del seguimiento (Mt 8,18-22): “¿Pues qué os habíais figurado vosotras? ¿Qué íbamos a entrar en un mundo de amenidades y abundancias? ¡Tanto empeño por seguirme y en cuanto se presenta coyuntura de sufrir ya queréis esquivarla! (…) y de veras os digo que, si no tenéis aliento para las cuestas enmarañadas de abrojos, y solo os gusta el caminito llano y florido, debéis volveros y dejarme solo”. Ya cerca del final, Ándara tiene un presentimiento de que algo malo se avecina y Nazarín le dice, como si de un anuncio de la Pasión se tratara (Mt 16,21-23; 17,22-23; y 20,17-19): “Padeceremos, sí; yo más que vosotras”
- Justo antes de uno de estos anuncios, en un episodio semejante al de la Transfiguración (Mt 17,1-13 y paralelos), le dicen: “Señor, ¿por qué no nos quedamos siempre aquí?” y él responde “Nuestra misión no es de sosiego y comodidad (…) sino de inquietud errabunda y de privaciones. Ahora descansemos, mas luego volveremos a quebrantar nuestros huesos”.
- También a nuestro Nazarín se le atribuirán milagros. Tras el encuentro de Ándara con Beatriz en Móstoles, ambas le piden que cure a la sobrina de esta última: “Si usted quiere, don Nazario, la niña sanará”, recreando el pasaje de la resurrección de la hija de Jairo (Mt 9,18-19 y 23-25; y paralelos).
- Otros dos pasajes evangélicos son recreados cuando Nazarín entra de nuevo en Móstoles tras la curación de la sobrina de Beatriz y se para en un pozo a descansar: la entrada de Jesús en Jerusalén (Mt 21,1-11 y paralelos) y el encuentro con la samaritana (Jn 4,5-7).
- Un discípulo fallido, como el joven rico de los evangelios (Mt 19,16-22) es don Pedro Belmonte, propietario de una enorme finca en Sevilla la Nueva, quien tras una larga y enjundiosa conversación le dice: “¡Oh, yo le admiro a usted, le acato y le reverencio, por lo mismo que carezco de energía para poder imitarle! ¡Abandonar una gran posición, ocultar un nombre ilustre, renunciar a las comodidades, a las riquezas, a…!”.
- Nazarín, como Jesús, es el buen pastor que cuida con cariño de sus discípulos (Lc 15,3-7; Jn 10,9-16): “os quiero a las dos, como el pastor a las ovejas, y si os perdéis os buscaré”.
- Otro episodio esencial, el de las Bienaventuranzas (Mt 5-7) es rememorado por Galdós poco antes de que nuestros amigos sean apresados: “¿No sabéis que los débiles son los fuertes como los pobres de solemnidad son los verdaderos ricos? (…) forzoso es que no tememos ni las persecuciones, ni los ultrajes, ni los martirios, ni la muerte misma (…) No tembléis (…) Estad, pues, tranquilas, y no dejéis vuestros quehaceres habituales en todo el día (…) Haced como si nada ocurriera, ni nada temierais y que vuestros corazones estén alegres”.
Pero donde más se ve el paralelismo entre la vida de Nazarín y la de Jesús es en el momento de su captura y puesta en prisión, que “calca” los episodios evangélicos de la Pasión:
- Nazarín, Ándara y Beatriz se han refugiado en las ruinas de un castillo situado en lo alto de una colina cerca de Méntrida y Aldea del Fresno, que se convertirá en su Getsemaní particular.
- Tras la conspiración para apresar a Nazarín urdida por Ujo, enano que pretendía a Ándara, y el Pinto, ex amante de Beatriz, toda una muchedumbre con antorchas sube por la colina junto con dos guardias civiles. Mientras, Nazarín ora (Mt 26,36).
- Cuando llegan a las ruinas, Nazarín se adelanta y pregunta: “Si el que buscan soy yo, aquí me tienen” (Jn 18,4-8) e inmediatamente Ándara pega un golpe con un cuchillo de pelar patatas a uno de los hombres, imitando al que cortó la oreja al criado del Sumo Sacerdote (Mt 26,51).
- Interrogado por el alcalde del pueblo, suerte de Poncio Pilato, éste le denomina “Jesucristo nuevo”, tal y como aquel tituló a Jesús “Rey de los judíos” (Mt 27,11). Pero Nazarín “no le hacía ningún caso”, indicándole: “Señor mío, usted habla un lenguaje que no entiendo. El que hablo yo, tampoco es para usted comprensible, al menos ahora. Callémonos” (Jn 18,36)
- En la cárcel de Navalcarnero sufre burlas, insultos y violencia (Mt 27, 27-30), pero él no articula queja ni lamento. Sólo les ofrece su perdón: “Os perdono de todo corazón” (Lc 23,34).
- Nazarín prosigue su camino hacia Madrid acompañado por un par de malhechores (Mc, 15,27), un parricida -el “mal ladrón”- un asalta iglesias arrepentido -el “buen ladrón”. A este último, tras exhortarle a cambiar de vida le dirá: “Piensa en lo que te digo y estarás conmigo” (Lc 23,43)
- Y al igual que Jesús, Nazarín tendrá sus cireneos, primero por sus fieles discípulas y después por el ladrón de iglesias, que “le cogió en brazos como un niño” (Mt 27,32).
Y como no podía ser de otra manera tratándose de Galdós, el recuerdo de Cervantes está muy presente: Nazarín se convierte en un nuevo Quijote, un manchego arrastrado por su “locura” pasión hacia Jesús a convertirse en "clérigo andante" y "ermitaño andante", acompañado por sus particulares “sanchas panzas”.
Aunque el propio Galdós se encargó en ‘Halma' de rechazar la teoría de que se inspiró en la literatura rusa para formar el personaje de Nazarín, apuntando en su lugar a los místicos españoles ("Pero al demonio se le ocurre ir a buscar la filiación de las ideas de este hombre nada menos que a la Rusia. Han dicho Uds. que es un místico. Pues bien: ¿a qué traer de tan lejos lo que es nativo de casa, lo que aquí tenemos en terruño, en el aire y en el habla? Pues qué, señores, la abnegación, el amor de la pobreza, el desprecio de los bienes materiales, la paciencia, el sacrificio, el anhelo de no ser nada, frutos naturales de esta tierra, como lo demuestran la historia y la literatura... que han de ser traídos de países extranjeros?"), lo cierto es que encontramos frases y párrafos acerca de la doctrina de la no resistencia al mal con la violencia que nos llevan sin lugar a dudas hacia Tolsói: No sé lo que es enfadarme (…) Sufriría con paciencia. ¿Y si le acusaran de falsos delitos? No me defendería. Absuelto en mi conciencia, nada me importarían las acusaciones (…) ¿usted no sabe que hay leyes y tribunales? (…) dudo que amparen al débil contra el fuerte”; “El remedio de las injusticias que envilecen el mundo (…) el no luchar con la injusticia, el entregarse a la maldad humana como Cristo se entregó indefenso a sus enemigos. de la resignación absoluta ante el mal no puede menos de salir el bien, como de la mansedumbre sale al cabo la fuerza, como del amor de la pobreza tienen que salir el consuelo de todos y la igualdad ante los bienes de la naturaleza (…) quiero que todos se salven y desaparezcan del mundo el odio, la tiranía, el hambre, la injusticia; que no haya amos ni siervos, que se acaben las disputas, las guerras, la política”; o “Recomendoles Nazarín que no empleasen contra nadie, ni aun contra sus mayores enemigos, calificativos de odio; lo primero que les enseñaba era el perdón de las ofensas, el amor de los que nos hacen mal y la extinción de todo sentimiento rencoroso en los corazones (…) Ellas no debían juzgarles, no debían pronunciar contra ellos palabras injuriosas ni aun en el caso de verles blandiendo el cuchillo para matarlas”.
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