Cuántos muertos han de haber en este maldito hotel.
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Cuántos muertos han de haber en este maldito hotel.
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Dos seres capaces de darle voz a dos corazones enmudecidos, no necesitan de lenguas... solo de amor.
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Dicen que solo se muere lo que se olvida.
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Uno aprende a sanar las heridas y acaba por convivir con las cicatrices.
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Yo no me preocuparía tanto por dormir con muertos, sino por estar al acecho de quien los mata.
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Que pena que siendo dos seres tan libres como el mar, decidieran morirse de sed.
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Aunque la prudencia pronto dejaría de invadir aquel hotel... porque lo que deparaba no podía combinarse con esa... o, ¿acaso la muerte y el acecho de morir puede ser prudente.
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(...) de haber sabido lo que les esperaba en el hotel Conde Duque, probablemente nunca jamás hubieran regresado a ese lugar...
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Aunque pronto sabrían que su destino ya no era Cudillero... sino ese mismo hotel del que acababan de salir. El hotel Conde Duque.
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La edad de la inocencia