El hombre prehistórico es también una mujer

La verdad esperaba un poquito más de este libro sobre el papel de las mujeres en la prehistoria. El título explica por sí mismo la tesis de la autora, planteando que la idea que los historiadores han presentado desde finales del siglo XIX sobre las sociedades prehistóricas es errónea y profundamente misógina. La escuela enseña que en esa época, los hombres eran los que cazaban y peleaban, con las mujeres cuidando a los hijos en cuevas, y preparando alimentos. Patou-Mathis argumenta que no hay pruebas tangibles de que esa haya sido la situación. El paso del tiempo, los pocos vestigios que quedan de los primeros humanos además de los descubrimientos que siguen apareciendo en lugares remotos, dificultan conocer cómo funcionaban las sociedades prehistóricas. Pero de las pocos hallazgos que se han hecho, lo que sí queda claro es que las mujeres no vivían relegadas y, de hecho, tenían un papel importante en la vida diaria de la comunidad. En un entorno tan hostil y brutal, todos los miembros del grupo desempeñaban un papel importante en la supervivencia, más allá del género y del sexo. ¿De dónde surge entonces esta idea que las mujeres estaban solo con otras mujeres mientras los hombres cazaban mamuts? Pues del estudio de la historia y otras ciencias sociales del siglo XIX, dominadas en su totalidad por hombres y alimentadas por siglos de discriminación y condescendencia contra las mujeres. Pero las pocas pruebas que existen, avaladas por la ciencia, muestran que esas sociedades eran más igualitarias y las mujeres llevaban a cabo tareas similares a las de los hombres.

A pesar de que la premisa es interesante, lo que no me fascinó de este libro fue que me pareció un tanto repetitivo. Ciertamente es un ensayo político-social, por lo cual, de entrada, la lectura será densa. Pero, por otra parte, me pareció que se repetía, incluyendo muchas referencias sobre las ideas misóginas de grandes pensadores contra la mujer, o hallazgos arqueológicos en diferentes partes del mundo que sirven como evidencia pero que aparecían en diversas partes del texto para probar un punto que, para mí, había quedado claro desde el principio. En resumen, no es un mal libro, pero pudo haber sido más corto, o bien, incluir algunas otras teorías y cómo podría subsanarse en el mundo de las ciencias sociales esta tesis errónea de la vida en la prehistoria.