El plumas

Hace un par de semanas salí decepcionada y hasta algo molesta de una lectura juvenil a la que me acerqué con muchas expectativas. Esta vez crucé los dedos y me «atreví» a leer El Plumas, de David Pallás Gozalo, y la sonrisa tonta que ha dejado en mi cara dudo que desaparezca en toda la tarde —no así lo de este corazón blandito mío que, por mucho que intente disimular, viene de serie—. Me ha parecido una lectura maravillosa y un buen recurso para educar a los adolescentes de catorce o quince años, aproximadamente, en el respeto a la diversidad y el «no» al acoso escolar.

No conocía la editorial responsable de su publicación: Siete islas, con sede en Canarias, pero ya he echado un ojo a varios títulos de un catálogo constituido por novelas que emocionan a los lectores, que los hace reír, llorar o estremecerse. Y con El Plumas han dado en la diana porque, al menos a mí, me ha emocionado. Es una sensación indescriptible reconocer en un personaje algunas de las inseguridades y sentimientos que me acompañaron durante los primeros años de mi adolescencia, a causa de ciertos problemas que en mi caso enfrentaba con chulería y muy mala leche. A estas alturas de la vida sé que aquellos problemas no eran tan singulares como pensaba, sino que eran y son los mismos que muchos adolescentes comparten, y solo difiere el modo de encararlos. Y me fascina que seamos muchos los que encontramos refugio en los libros cuando la realidad nos abruma, de modo que novelas como El Plumas —donde el protagonista supera las dificultades para mirar al futuro con esperanza—, pueden reconfortar a jóvenes lectores en situación similar.

La novela está ambientada en la preciosa isla de Tenerife, en Canarias. Allí es hasta donde Quique, un chico de 14 años, se desplaza para pasar unos días de verano con su tía Alicia, con la esperanza de que ella entenderá cómo se siente —ha finalizado el curso escolar y obtenido buenas notas, así que sus padres no han podido negarse—. Quique es gay, aunque por miedos e inseguridades lo guarda en secreto. A sus progenitores no solo les ha ocultado esto; también que en el colegio le apodan «el Plumas» y le hacen bullying, de modo que no tiene amigos. Sin embargo, en ese viaje encontrará la confianza y la motivación suficientes para provocar un cambio en su vida y ser feliz.

A lo largo de un prólogo y dieciséis capítulos, Quique hará de narrador y nos irá desmenuzando, mediante la técnica del flashback, todo lo que experimenta en las dos semanas de vacaciones veraniegas que pasa con su querida tía. Quique compartirá con el joven lector sus miedos e inseguridades, pero también los sentimientos de esperanza, felicidad y amor adolescente. Y todo ello sin caer en conocidos dramas, lo cual se agradece considerando el público a quien se dirige.

No quiero haceros spoiler, así que no voy a contar mucho más de esta novela que se lee del tirón. Solo añadir que me ha gustado encontrar giros inesperados en una trama de por sí sencilla, que va de menos a más. Asimismo, me han encantado los personajes y las características que los definen, en especial aquellos de 14 y 15 años —me he derretido con ese batido de ternura e inocencia adolescente adornado con virutas de valentía y madurez; una particularidad que no es difícil de encontrar en los jóvenes que sufren o han sufrido—. Y, por supuesto, me ha deslumbrado la sensibilidad con la que David Pallás aborda en El Plumas temas tan importantes como el acoso escolar, la soledad de aquel que se siente excluido o que no encaja por ser diferente, la aceptación personal y el respeto a la diversidad (y no solo sexual y de identidad de género).

Una lectura de adolescentes, para adolescentes que se sienten diferentes, que seguro disfrutarán muchos adultos.


Enlace: https://despertaresdestonewa..