Siempre es de noche en Pyongyang

La oscuridad de la noche en un Pyongyang ilusorio, donde el sufrimiento, la represión y el hambre hacen mella en la protagonista de este poemario. Una mujer que vive en los márgenes de la sociedad, de la soledad, del miedo. Que anda constantemente sobre una cuerda floja, que pende de un hilo en el vértice de los amaneceres, en el borde de lo vivido.

Predominan de manera elocuente las alusiones a la noche, porque siempre lo es cuando todo lo ves oscuro, en Pyongyang y en todas partes, «Llegará noviembre / el cielo se cubrirá de noche / y yo seguiré muriendo.»

Aunque el camino es largo y está lleno de incertidumbre, guerras —sobre todo internas— y miseria, «mañanas de alegría / de pan, paciencia / y mucha hambre», siempre hay un lugar para el amor, «escribo sin reproches / tengo amor / eso todo lo salva» y finalmente para la esperanza «las noches se llenarán de inventores y profetas / y de ahí saldrán oraciones / que nos pondrán a resguardo / de la miseria y la venganza de los hombres».

Una lectura coherente que recoge sentimientos con el que muchos podemos sentirnos identificados, aunque solo sea por una noche.

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