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Crítica de Noni


Noni
30 July 2022
Creo que nunca me había sucedido. Que me gustara más el prólogo de una obra que la obra misma. En este caso, ha sido así, y es que hay que agradecer a Javier Camacho Cruz (especialista y traductor de literatura japonesa moderna) la semblanza que acompaña e introduce esta obra, pues sin ella mal se entendería.

Casquivana, pueril, mentirosa, petulante, egoísta, narcisista, son algunos de los calificativos que se atribuyen a Kanoko Okamoto haciendo de ella una figura digna de ser conocida más allá de su genio literario, que lo tuvo, o al menos así fue para algunos de sus biógrafos y críticos que vieron en ella una Balzac, una Wilde, una Proust japonesa, salvando las distancias.

El prólogo nos presenta una mujer cuanto menos original, poco agraciada (aunque las fotografías que se incluyen no hacen justicia a esa fama) e impertinente, que se jactaba de su carácter y que no le hacía ascos a considerarse la sucesora de Murasaki Shikibu (si la distancia anterior con los escritores europeos era abundante, la de ahora resulta inmensa) Esposa del artista Ippei Okamoto (ilustrador y dibujante) y madre del también artista Taro Okamoto (pintor y escultor vanguardista) la discreción no era su fuerte pues su histriónica personalidad no lo permitía. Quizá fuera su vitalidad, su fuerza arrolladora o su extravagante comportamiento lo que le llevó a ser repudiada por muchos de sus "compañeros" de profesión que no escatimaban en desprestigiarla acusándola de infantil e inmadura, sobre todo Junichiro Tanizaki que, al parecer, no podía ni verla.

En el año 1923 su veraneo familiar coincidió con el de un grande de las letras niponas, Ryunosuke Akutagawa, en el recinto Hiranoya de Kamakura, y de esta convivencia surgió la novela corta La grulla doliente, la excusa perfecta para que la acalorada imaginación de Kanoko construya, a partir de su sentimiento de amor/odio hacia el escritor, un retrato psicológico del Akutagawa más vitalista, mujeriego y desinhibido para tortura de Kanoko que se siente profundamente atraída por él...o no.

"Esto no vale para nada", fueron las palabras de Tanizaki ante las cuales la editorial que lo iba a publicar lo rechazó. Sin embargo, sería Yasunari Kawabata, que conocía el trabajo de la escritora y su empeño en publicar, quien intercediera por ella en la revista Bungakudai donde finalmente apareció. En el año 1927 se produce el último encuentro con Akutagawa en una estación de tren, al que encuentra muy desmejorado (pocos meses después se suicidaría) y lo que provoca que redacte la novela, en la que insinúa que si ella le hubiera ayudado quizás el desenlace no hubiera sido tan dramático.

El texto viene acompañado de fotografías, la cubierta original utilizada por la editorial Shinseisha en 1936, glosario y bibliografía, así como una serie de textos cortos que profundizan en los hechos ocurridos, como el terremoto de Kanto de 1923 que coincidió con la estancia en Kamakura de la familia Okamoto, escrito por el propio Akutagawa, y sus personajes principales (Sobre Yasunari Kawabata, del hijo de la escritora)

Lo cierto es que la obra destaca por su simpleza a pesar de sus personalísimas descripciones, vocabulario pomposo, y resulta muy cargante la reiteración de acudir a los personajes en los diálogos. Una novela de autoficción donde los personajes ficticios esconden personajes reales, y la autobiografía se mezcla con la novela. Una petulante primera obra que adolece de humildad, pero que merece la pena ser leída por el trasfondo histórico, y la descripción del ser humano que hay tras el genio literario.

Como siempre la edición cuidadísima de Quaterni que nos ofrece una nueva oportunidad de leer esta obra de particular singularidad.
Enlace: https://literaturajaponesafa..
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