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Crítica de Gemmaentrelecturas


Gemmaentrelecturas
20 February 2024
«—¿Tal vez podemos pedir algo de petróleo para venderlo en las estaciones de gasolina?
—¡El petróleo es nuestro, todo el petróleo es nuestro!»
 
Sí, el petróleo estaba en el suelo donde llevaban siglos viviendo, en las tierras que nunca fueron registradas y que un papel escrito a mano decía que pertenecían a un cura, pero… «¡Es el bosque de nuestro pueblo! Hay petróleo, ¿de quién es el petróleo?», de las multinacionales estadounidenses.
                Me cuesta gestionar la desazón que me produjo esta lectura, más que desazón, la rabia y la impotencia, de este inmenso drama que viven cientos de nativos de la selva, que ven saqueada su tierra y peligrar su vida por la codicia de algunos. Mino pierde todo menos la vida, las grandes corporaciones acaban con su familia, sus amigos, el ecosistema, sus preciosas mariposas, y emprende una carrera por la supervivencia. La vida le va compensando con buenas personas, pero siempre pesa más el mal que el bien, siempre hay gente que por su inmovilidad inclina la balanza hacia el mal y Mino sigue perdiendo, hasta que forma un grupo de terrorismo global con un punto diferente.
                La novela es un aprieta y suelta. Viven oprimidos por un sargento sin escrúpulos, Mino y su amigo no encuentran más vía que eliminarlo, pero ese alivio momentáneo que el pueblo celebra y el lector agradece, se empaña con la llegada de otro sargento despreciable, peor que el primero, «otros vendrán que bueno te harán». La ley del gringo está clara, los cabochos, los mestizos y los indios no tienen derecho sobre la selva y la tierra que llevan generaciones pisando. Cuando no le queda más que su vida, encuentra a un buen hombre que compensa de alguna forma ese dolor y esa perdida con cariño y compañía, Papá Magia, pero el mal no descansa, cuando tiene el dinero suficiente para adquirir esa casita frente al mar, la vida o la vileza de unos gringos borrachos acaban con esos sueños de una forma despreciable. Y Mino se levanta y sigue.
                Mino no tiene una voz infantil como le correspondería, tiene una voz adulta con el desconocimiento del ser humano que vivió libre y en armonía con la selva. le veremos madurar y convertirse en un adulto vengativo, pero qué otro camino le dejan, dónde puede ir a reclamar justicia. El mundo pertenece a unos pocos, ¿qué se puede hacer?
                «Se asesinan más ecologistas en el Amazonas que nunca», dice el autor en una entrevista, recordemos a Chico Mendes. Se quema la selva. He leído otros comentarios que dicen que la culpa del expolio que sufren las tribus del Amazonas es por la tecnología que se demanda en los países civilizados, bueno eso de culpar a otros para desviar la mirada, como aquellos que tras la Segunda Guerra Mundial dijeron, cumplía órdenes,  desespera. Primero habría que ver quién se enriquece, quién aprieta el gatillo y entierra cuerpos. En fin, da para mucho debate.
 
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