Admiración

—Y aquí esoy yo, fascinada por un hombre que reconoce que le gustan los cuentos de hadas, dice que su virilidad puede quedar en entredicho y se pone a fantasear alegremente como si fuerámos dos amigas. Eres un hombre de muchas capas, Ford.

—Shrek y yo somos como cebollas.

Sí, pensó. Se estaba enamorando, y deprisa.

Spock rodó a un lado soltando gruñidos y gemidos.

—Soy un profesional. Me pagan y tal, por eso puedo comprarte comida.

Spock mordió el magullado osito que arrastraba a todas partes, rodó otra vez y lo soltó a los pies de Ford. Después se puso a moverse esperanzadamente sin alejarse.

—Creía que esto ya había quedado claro. Darle de comer es tu responsabilidad.