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Las equivalencias, como puentes de una sola dirección, que se establecen entre el universo animal y las cinco historias contenidas en este libro, apelan a lo más natural de nuestro mundo humano. El detalle como foco, como observación aclaratoria de que lo que nos sucede tiene una explicación más lógica que la puramente racional. Y es que, en ocasiones, tratamos de poner obstáculos a las pasiones, entendidas estas como el arrebato más instintivo de nuestro corazón, para guiarlas a través de nuestra cabeza, demasiado adornada con lo que se espera de nosotros como para actuar con total independencia. Cada una de las narraciones de “El matrimonio de los peces rojos” parte de lo cotidiano y, desde ahí, nos envuelve con un lenguaje fluido y ameno. La maternidad, las infidelidades, las crisis personales o el cómo seguir adelante cuando la vida, esa que teníamos montada y que marchaba tan bien, sufre un revés que lo vuelve todo patas arriba. Imposible mirar para otro lado al sentir el suelo temblar bajo tus pies. Cuando las certezas dejan de serlo, la burbuja que nos protegía explota. Guadalupe Nettel construye en “El matrimonio de los peces rojos” unos cuentos sólidos que giran en torno a temas tan habituales que sus protagonistas podríamos ser cualquiera de nosotros. Lo cotidiano hecho cuento, con atención a esos matices que, por lo general, pasan desapercibidos cuando se sumergen en la rutina, pero que suponen el punto de inflexión al detener la mirada en ellos. Y la escritora mexicana lo hace con gran maestría. A veces, es necesario mirar hacia adentro. |
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