Creo estar entre ese pequeño grupo de personas a las que esta novela le ha parecido infumable. No he conseguido conectar con la estirada e inflexible señorita Prim (ya el nombre crea distancia) en ningún momento, aunque tenía esperanzas en que según avanzase, conseguiría conectar. El supuesto profundo mensaje/moraleja que ha de dejar en el lector, en mi caso ha sido en vano, porque solo me ha hecho alejarme más y más, según caían las páginas. Lo mejor, el guiño (espero que intencionado) del nombre del pueblo (Ireneo) a uno de mis cuentos favoritos de Borges. |