El último gudari

«Nosotros necesitamos suerte todos los días. A ellos, con un día les basta».
 
 
He disfrutado tanto esta lectura, tanto, que no sé ni cómo empezar, para convenceros. Si me dijeran, una sola frase que defina al autor, no da puntada sin hilo, fascinante. He disfrutado con los personajes, ni uno es inútil, ni uno está escrito para rellenar, hay una evolución constante en el pensamiento de todos ellos, no son los mismos al terminar la novela, los acontecimientos narrados han hecho que cambiasen, magnífico. Es una historia de personas y sus vidas, de un bando y de otro. Su ritmo narrativo hace que 740 páginas sean escasas, la estructura bien trazada y los perfiles de los personajes, como os he dicho, bien marcados con pocas pinceladas, pero suficientes.
                No me lleva de la mano, no me dice a las conclusiones que tengo que llegar ni las ideas que se me deben quedar, aborrezco que los escritores se piensen que los lectores somos lerdos y necesitamos que nos fijen opinión. Nacarino me deja mi espacio de reflexión y pensamiento. Pero si de toda la obra destacase algo sería los diálogos.
El diálogo es una herramienta magnifica que se empeñan en usar, algunos, como relleno, conversaciones banales en escenas cotidianas que el lector conoce por su rutina diaria y que desconectan o evaden de la lectura. Pero José María Nacarino usa estos diálogos con inteligencia, hacen pensar, enseñan, da puntos de reflexión para debates. Son diálogos con apertura de mente, con una visión amplia sobre dos enfoques, que en algunos casos ofrece puntos en común, pero también pensamientos opuestos. Llegamos a comprender a ETA, no a justificarlos, que nadie se confunda, comprendemos el miedo de algunos etarras, sus ideales, pero también el limbo en el que quedaron suspendidos otros.
Es una trama central que remueve por dentro, porque es una herida que perdura en nuestra mente. Recuerdo el miedo que se vivió a los paquetes olvidados o las mochilas solitarias, el miedo a los atentados y a ser daños colaterales, el miedo de nuestros padres cuando descubrían que nuestra mejor amiga su padre era Guardia Civil, sí, es una etapa de nuestra vida viva en la memoria.