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Crítica de Guille63


Guille63
14 March 2023
Una institutriz llega al castillo en el que vive prisionera una hermosa princesa rodeada de una curiosa corte y enmarcado en un entorno amenazador de elevados acantilados y ciénagas traicioneras. Un planteamiento de otra época enmarcado en los años 50-60 del siglo pasado.

“[la institutriz] Recordó lo que le habían contado acerca de que tenía sangre de hada, y no supo discernir si el mundo donde ella había vivido era un mundo de bondad o de maldad; un mundo donde el sufrimiento poseía significado o un mundo que no era más que una travesura del diablo, una pesadilla violenta”.

Al igual que Mariam Taylor, la institutriz que llega al castillo arrastrada por el deseo de dar un giro a su vida, terminé perplejo la lectura de esta inaudita y extravagante historia. Como me dijo una querida amiga, cada escena tomada de forma individual nos revela algo que podemos discernir, algo interesante, bello o sugerente. El problema viene cuando queremos abarcar el conjunto, cuando queremos desentrañar las relaciones y actuaciones cruzadas de estos personajes que muchas veces nos llegan a parecer inverosímiles, quizás porque se comportan más como ideas o símbolos que como personas de carne y hueso. Y a lo mejor este es el punto fuerte del libro, provocarnos este desconcierto, dejarnos con nuestros propios fantasmas, sin guías ni indicaciones, obligarnos a darle sentido, nuestro sentido.

Hannah es la representación del sentimiento de culpa que, como se dice en cierto momento de la novela, la mantiene prisionera de sí misma, y de la cual intenta redimirse a través del sufrimiento. Un sacrificio que parece tener embrujados a todos los habitantes del castillo que ven en ella el bien, la pureza y la rareza del unicornio.

“Ella es nuestra representación de la importancia del sufrimiento”

Todo gira en torno a ella. Sin embargo, son los dos elementos foráneos, los dos individuos que se introducen en la enrarecida atmósfera del castillo, Mariam y el enamorado de Hannan, Effingham Cooper, los encargados de abrir y cerrar la historia, detonar la tragedia y salir de ella transformados. Ambos son incapaces de aceptar la realidad a la que se ha resignado Hannah, se rebelan ante todos aquellos que la mantienen en tal realidad y se resisten a creer que ella la haya aceptado libremente.

“¿La libertad? ¡Estúpida libertad! La libertad puede ser un valor en la política, pero no en la moral. La verdad sí. Pero no la libertad. Es una idea absurda, como la felicidad. En términos de moral, todos somos prisioneros, pero nuestra cura no es la libertad.”

Y también de esto trata la novela, de la dificultad de tomar a las personas tal como son, de aceptar sus elecciones y de la necesidad que nos empuja a intervenir en sus vidas con el peligro que todo ello conlleva. Como dice otro de los personajes, Max, en cierta manera también exterior a la atmósfera del castillo y quizás el único que entendió a Hannah y lo que ella representaba:

“La gente tiene que sobrevivir y siempre inventa un modo de hacerlo, de ver tolerable su situación. Cuando Hannah podría haber sobrevivido odiándolos a todos, o estallando y haciendo todo pedazos, escogió volverse religiosa.”

Siempre me ha intrigado esa para mí corrupta relación entre religión y sufrimiento. El culto a los mártires, el uso de cilicios y otros instrumentos de autotortura, los sacrificios con los que traficamos las ayudas que precisamos de nuestro dios. Pero no seré yo el que demonice el placer que no dudo que la gente encuentra en esta perversión, cada uno con sus cosas.

Pero no es solo el sufrimiento, también el amor, sea cual sea su objeto, es otro de los grandes temas de la novela, y con él muchos de los conceptos con los que puede venir asociado: sumisión, celos, poder, deseo, libertad, odio, felicidad, egoísmo, sexo, destino, miedo…

“Hannah era como nosotros. Amaba lo que no estaba allí, lo lejano. Eso puede ser peligroso. No se atrevía a amar lo que sí estaba presente. Quizá hubiera sido mejor que lo hubiera hecho. No podía amar de veras a la gente a la que veía, no se lo podía permitir, eso habría hecho demasiado dolorosas las limitaciones de su vida. Por ellas, no podía transformar en manejable la idea del amor, que persistió como algo destructivo y temible y por lo tanto ella se limitó a evitarla.”

“Eso, entonces, era el amor: mirar y mirar hasta que uno deja de existir. Eso era el amor, que era lo mismo que la muerte. Miró y supo con una claridad que fue una con la creciente luz, que con la muerte del yo el mundo se convertía de inmediato en objeto de un amor perfecto.”

Una novela que no defraudará a los que como yo aman a esta autora y a sus sugerentes, enigmáticos y siempre encantadoramente presentados dilemas morales y filosóficos.

“Hay cosas que son aterradoras para los jóvenes porque creen que la vida tiene que estar llena de felicidad y libertad. Pero en realidad en la vida no hay felicidad y libertad, no de un modo hermoso. La felicidad es una cosa frágil y miserable, y puede que libertad no signifique nada. Existen grandes normas que se nos aplican a todos, y destinos que nos corresponden y que amamos incluso cuando nos destruyen.”
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