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Crítica de Guille63


Guille63
08 March 2023
Los cuentos de Munro vienen siempre a demostrarnos que la gente normal en sus vidas normales con sus conductas normales, si es que el término normal significa algo, pueden ser lo suficientemente atractivos como para despertar nuestro interés si la mirada del que escribe es tan penetrante y su inteligencia al elegir el enfoque tan incisiva como es el caso de la autora canadiense. Y es que, quién más, quién menos, puede hacer suya la frase que se enuncia en uno de los mejores cuentos de los aquí reunidos, Cara:

“En la vida tienes unos cuantos sitios, o quizá uno solo, donde ocurrió algo, y después están todos los demás.”

Munro elige ese sitio y, tras limpiarlo cuidadosamente de todos los demás, lo pone bajo el microscopio y lo examina con todo detalle y en todas sus derivaciones. A menudo, el examen se extiende a de toda una vida, y entonces ese sitio, eso que ocurrió, no es más que un punto fijo, el vórtice sobre el que todo gira, la excusa para hablar de muchas otras cosas, la llave a esa sala oscura en la que guardamos lo que hicimos y hubiéramos querido olvidar, lo que nos hicieron y nos afectó en una medida que puede que solo descubramos pasado el tiempo, o aquello que provocamos y de cuyo alcance para los otros no supimos darnos cuenta en su momento.

Todo es narrado, por tremendo que sea lo sucedido, con una franca naturalidad, con un lenguaje limpio que no oculta las atrocidades ni los sentimientos pero que no hace exhibicionismo de ello y siempre con una capacidad inusual para manejar los segundos y terceros planos. Munro se mete honestamente en la piel de todos sus personajes con el fin de comprenderles y hacer comprensible los hechos que desde la comodidad de nuestro sillón podríamos juzgar injustamente, sin que ello signifique ningún tipo de indulgencia o condescendencia. al fin y al cabo, nunca se sabe.

“He visto la mirada en el rostro de ciertas personas...abandonadas en islas elegidas por ellos mismos, penetrante, satisfecha.”

Todos estos rasgos están en Demasiada felicidad a pesar de ser el conjunto de cuentos más heterogéneo de los que llevo leídos de la autora y son ya unos cuantos. Junto a cuentos tan característicos como los magníficos Dimensiones o Ficción, hay otros que bien podían llevar la firma de Shirley Jackson, como es el caso de Radicales libres o Algunas mujeres. El propio relato que le da título a todo el volumen es, curiosamente, el más atípico de todos.

“Las esposas eran las vigilantes de las barricadas, del ejercito invisible e implacable. Sus maridos se encogían en hombros con tristeza ante las prohibiciones, pero las aceptaban. Unos hombres que hacían pedazos viejas ideas seguían sometidos a unas mujeres en cuya cabeza solo tenían cabida la necesidad de los corsés ajustados, las tarjetas de visita y unas conversaciones que llenaban la garganta de una especie de niebla perfumada. “

En lo que la autora ha seguido siendo fiel es en otorgar el protagonismo a las mujeres. Solo dos relatos tienen a un hombre como figura principal, y la imagen del género masculino en los papeles secundarios que ofrecen los demás no es nada generosa: un marido que mata a sus hijos para vengarse de su mujer, un anciano voyeur de chicas jóvenes, un hijo egoísta y desagradecido, un parricida y atracador de ancianas, o un padre avergonzado por el defecto físico de su hijo. Y no es que con las mujeres Munro sea más espléndida, trata de igual forma sus defectos como sus virtudes, sus victorias como sus derrotas, sus luchas como sus humillaciones deliberadas.

“Algunas mujeres se especializan en hombres a quienes creen necesitados de ánimos, dispuestas a exhibirte para demostrar su generosidad.”

A muchos lectores no les gusta leer relatos y menos aún un libro entero de ellos. Hay quién cree, como comenta una de las mujeres del libro, que no dejan de ser entrenamientos para escribir literatura de verdad, es decir, novela. Yo no puedo más que recomendar la lectura de Munro, pese al esfuerzo suplementario que supone entrar y salir de relatos en los que la vida se representa en toda su complejidad y ambivalencia, tan intensos y tan llenos de detalles y matices como si de toda una novela se tratara. Parafraseando una de las citas más famosas de la autora que se recoge en el último de estos relatos, se podría decir que cuando un buen lector sale de un cuento vulgar deja todo detrás, cuando sale de un cuento de Munro se lleva todo lo ocurrido en ese cuento con él.
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