Sin tocar el suelo

Me gustaría saber hablar euskera para sentarme con Jokin Muñoz y preguntarle cómo se escribe tan bonito. Si es cierto que todos los poemas son nuestros, si es verdad que podemos atesorarlos, cambiar las palabras y que estas nos recuerden, que nos hablen de lo que no pudimos olvidar.
le preguntaría también cómo ha conseguido enlazar el horror y el más bello sentimiento sin que a nadie le parezca extraño. de dónde viene ese amor suyo por las palabras, ese amor que une, que hermana, capaz de difuminar las distancias.
   Y le contaría que ahora sé cómo era yo antes de nacer. Y que gracias a él he descubierto que no quiero abandonar jamás ese lugar al que acudo cada día antes de cerrar los ojos. Que me ha encantado que Luis y Leire pararan en Salamanca; y que a mi ciudad también le habría encantado que ese personaje estudiara allí. Por último le contaría que sí, que el pueblo de las Charcas Verdes es el mejor lugar en el que un viaje puede acabar.

   Salgo de este libro con una gran sonrisa, con mis ideas en la cabeza y otras mil palabras que girarán dentro de mí hasta que encuentren su lugar.