Es el primer libro que leo de la autora y me ha gustado mucho su forma tan sencilla de escribir, la trama es muy original y me ha enganchado desde el principio. La trama se centra en cómo el amor está a prueba del tiempo y de la edad. Sus protagonistas son dos personas totalmente distintas pero que se dan cuenta poco a poco que se necesitan y se aportan felicidad. Nathaniel, un hombre libertino y maduro, que después de un enfrentamiento decide aislarse en la casa de un viejo amigo. Allí se encuentra con nuestra protagonista, una gran soñadora e incomprendida en una época retrógrada y machista. Celia, la hija de su fallecido amigo, es viuda y madre de un pequeño al que cría lejos de las convenciones sociales y esto le trae muchos problemas con su familia que está siempre pendiente del estatus social y del qué dirán. Durante esta estancia, empiezan a compartir cada vez más tiempo juntos y poco a poco, Nathaniel se da cuenta de lo vacía que es su vida gracias a los momentos que comparte con Celia y su hijo. Y aunque se cree que no es merecedor de ser feliz, sus sentimientos ganan la partida a pesar de las meteduras de pata que comete. Los personajes secundarios aportan mucho al desarrollo de la historia y aunque algunos son crueles por naturaleza, tienen el final que cada uno se merece. En definitiva, es una agradable lectura que disfruté mucho. |