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Catalina es mujer de la primera mitad del siglo XX, una mujer que nace para ser hija, esposa y madre ejemplar, pero ese«ser ejemplar» significa aguantar, aguantar, aguantar y callar. Catalina es una mujer heredera de una riqueza, pero debido al doble cromosoma X que la cimentaba, carecía de la habilidad para administrar y gobernar, por tanto su obligación era casarse y casarse bien, con un hombre elegido por su familia o allegados quienes tenían las sabiduría para determinar lo que más convenía. El amor era una posibilidad, pero no una opción. Catalina es la mujer que desea ser madre, pero no puede serlo, que desea ser amada, pero no va a serlo. Su casa es su cárcel, su esposo su verdugo y solo experimenta la libertad cuando se monta en su caballo y cabalga en las montañas. Catalina, como Virgina Woolf, atesora un gabinete y un escritorio propio, y como Madame Bovary, encuentra la pasión y amor no correspondido. Catalina es una casa con una gran ventana abierta a un pasado, donde las formas y las maneras de viejas conductas y posturas se sostienen, un lugar donde se hacen eternas y persisten las Catalinas que son hoy nuestras vecinas, nuestras amigas, nuestras hermanas y nuestras madres. Deliciosa novela en todos los sentidos. Catalina es y no era, pues todo sigue sucediendo. |
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