La cosecha pálida

La novela empieza fuerte: aparece el cadáver de una joven en medio del bosque. En la espalda tiene escrita .

Después continúa con detalles más impactantes: La reaparición de otra joven, Cruz Castro, tras cuatro años sin que nadie supiese nada de su paradero. Y no solo eso, pues ella afirma que fue secuestrada por los mouros, seres mitológicos que, cuentan las leyendas, habitan los bosques.

Y es aquí donde entramos y conocemos los verdes y frondosos bosques de Galicia, en el corazón de sus habitantes y, cómo no, en sus turbios secretos.
A pesar de estar narrado en primera y en tercera persona a la par, quien lleva gran parte del peso narrativo es Asunta, la periodista que se encarga de buscar respuestas a un misterio que nadie se ha atrevido siquiera a preguntarse ¿Es posible que hayan más chicas secuestradas?

La novela tiene un ritmo de lectura lento, y te va desgranando información a cuenta gotas para mantener el interés y la tensión que se va creando alrededor de la historia y de sus personajes. Y es a partir de sus personajes que el autor aprovecha al máximo los recursos que tiene a mao para enganchar a sus lectores. Un punto que no me esperaba porque pensaba que el argumento principal se centraba en el bosque, que hubiese más descripciones e incluso, más acción dentro del mismo, porque el bosque parecía ser el principal protagonista de la trama, pero al final quedó relegado a un personaje más. de cualquier forma esto no le resta mérito.

En cambio, algo que me echó un poco para atrás fue la sinopsis. Cuenta demasiado y hace que se pierda la expectativa de lo que nos vamos a encontrar dentro de sus páginas. Me di cuenta porque mientras leía se me ocurrió leer la sinopsis y básicamente te cuenta la mitad del libro.

En definitiva, La cosecha pálida es una novela envolvente, cuyos personajes te irán adentrando en sus misterios y sus miserias, y sobre todo en ir más allá de todo aquello que pueda parecer imposible, descubrir la verdad que se encuentra debajo de esa pátina de leyenda, teniendo cuidado, eso sí, de ir protegido en todo momento. Quién sabe qué clase de mouros nos podemos encontrar en nuestra búsqueda de la verdad.