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Desde que descubrí la temática 'feelgood' con «Si dijéramos la verdad» siempre busco entre las novedades algo de este estilo, aunque de momento están publicando con cuentagotas. Con la pandemia, mis ganas por leer (y en general con cualquier otra actividad de ocio) han disminuido y cada vez me cuesta más engancharme con un libro, es una especie de eterna crisis lectora o apatía. Con «Si dijéramos la verdad» me enganché desde la primera página, y pensé «si el movimiento feelgood es esto yo lo compro». Las definiría como novelas frescas, rápidas de leer, en apariencia simples y cercanas al lector. Quizás en esta novela eché en falta más simpatía o conexión con el lector. Son apenas unas doscientas y poco páginas, y creo que se centra demasiado en la ceremonia del té (Té para abreviar). Obviamente, es el hilo conductor pero casi la mitad del libro se centra en cada minucioso detalle de dicha ceremonia. La parte que más me gustó fue la segunda, en la etapa en la que la protagonista tiene treinta años y en especial cuando cumple los cuarenta. Tiene frases inspiradoras y te transmite calma, como una balsa. Su protagonista está sin rumbo, desde pequeña ha intentado ser una buena hija, pasar desapercibida y no dar problemas. A medida que va atravesando etapas en su vida se deja llevar, buscando su camino aunque no tiene muy claro cuál es. En este aspecto me ha recordado mucho a la reflexión que hace la película de Soul (Disney +). Un buen día, decide apuntarse a aprender la ceremonia del té, por recomendación de su madre. Siendo su mentora: sensei Takeda, durante años (más de diez) intenta aprender cada entresijo del Té: sonidos, cuadros, frases, porcelana, sensaciones, tipos de flores y dulces... Pero Noriko no acaba de encajar, su mente no acaba de hacer clic, cada vez que se pone en frente de la tetera no es capaz de disfrutar del proceso y dejar la mente en blanco, su presión y problemas la persiguen. En más de una ocasión se plantea dejarlo pero ese día nunca llega. Noriko madurará, y el lector con ella, a través de cada ceremonia del té junto con las alumnas que van acompañándola en el camino. La edición incluye unas fotos a todo color con los utensilios necesarios para la ceremonia del té y los distintos dulces que hay. Una novela para saborear lentamente, son doscientas páginas que dan para reflexionar, mientras aprendemos a hacer un buen té. Para que fuera de sobresaliente eché en falta más capítulos del estilo de la última mitad. |
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