Lo primero que destaco siempre con esta autora es lo mucho que me gusta su manera de escribir. Mientras la leo siempre pienso que escoge las mejores palabras, la cadencia perfecta, el ritmo adecuado y que, por muy oscuro que se vuelva todo, es un deleite leerla. Poética, profunda, descarnada, eficaz. En este caso nos plantea una historia familiar retorcida, con relaciones torcidas y con pinchos, de amor y odio que se confunde hasta la locura, de imperfección y resquemor, de personas que no perdonan y no olvidan, porque no les han enseñado a hacerlo (parafraseando a la protagonista). Un punto que me ha llamado mucho la atención es todo lo que gira en torno a los "asuntos de muertos". Me ha parecido súper interesante (y hasta ahí puedo decir para no destripar nada). Como siempre con esta autora: un libro descarnado, que muerde. La narradora (lo he escuchado en audiolibro), Aneta Fernández, maravillosa. "Chas, chas". |