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“Tampoco Marilyn estaba loca. le pudo la desesperación, la atravesó el dolor, pero no estaba loca. Aunque la historia se empeñe en decir que sí. Lo único que quería Norma Jeane era que la quisieran. Lo único que se le negó siempre fue el amor”. La cita anterior refleja a la perfección lo que fue la vida de Marilyn Monroe y lo que podemos encontrar dentro de esta obra de Carmen Moreno, a medio camino entre la biografía y la novela, y que sirve no solo para conocer al mito, sino a la mujer que había detrás. Con un fantástico trabajo de documentación como punto de partida, la autora hace un repaso por los momentos más importantes de la vida de Marilyn a través de los ojos de los hombres que estuvieron a su lado, mostrando las luces y sombras de una vida que, a pesar del glamour hollywoodiense (o como consecuencia del mismo) estuvo plagada de oscuridad. Marilyn solo quería ser amada, y ese miedo a la soledad la llevó a buscar el amor en una serie de relaciones tormentosas que poco a poco la arrastraron al abismo. Muchos hombres decían amarla, pero ninguno la quiso bien. Resulta de lo más descorazonador leer cómo, de todos aquellos que decían quererla, ninguno lo hizo sin condiciones. La veían como una rubia tonta cuando era más inteligente que todos ellos. Los hombres querían al mito, no a la mujer, y ninguno se preocupó lo más mínimo de lo que ella necesitaba, simplemente ser amada y respetada, contribuyendo entre todos a apagar su luz. Lo que delante de los focos eran sonrisas, carisma y sensualidad, detrás de ellos se convertían en humillaciones, oscuridad y adicciones. Todos aquellos hombres que ayudaron a crearla fueron a su vez los responsables de su destrucción, mostrándose en la historia, sin reservas, la podredumbre que escondía Hollywood, y las cloacas de la política y la sociedad norteamericana . La lectura de “Los caballeros las prefieren muertas” es ágil y fluida y una forma magnífica de acercarse al mito de Marilyn Monroe, ya que humaniza el personaje y permite conocer a la mujer. Norma Jeane y Marilyn eran dos mujeres en una que acabaron destruyéndose mutuamente Marilyn era luz, una luz a la que no permitieron brillar. |
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