Watchmen

Watchmen, simplemente con esa palabra a todo el mundo le viene una imagen a la cabeza, esa es la magia de las obras tan conocidas, que aunque vivas en la caverna de Platón has visto proyectado en ella a Rorschach caminando por las calles en busca de algún objetivo. Watchmen es una historia de superhéroes pero no al uso, Allan Moore muestra en ella que no era muy fan de esos personajes ficticios que siempre salvan a una Nueva York con un nombre irreal y que consiguen así sembrar el caos entre los pobres. En este cómic se demuestra el lado oscuro, el de los superhéroes que fueron pero ya no son, el de los que no se portaban tan bien pese a ser héroes y, el de los que desean acabar con el mundo por su puro reconocimiento.

Este cómic es especial, porque en él no sólo encontramos diálogos y un buen dibujo, nos introduce psicología- diría que hasta casi psicoanálisis directamente-, ciencia y, sobre todo crítica social. Watchmen es especial por muchos motivos pero sobre todo porque el personaje del que todo el mundo queda enamorado, Rorschach, no es un santo, no pretende serlo y no busca la justicia al uso.

Al leer Watchmen vas adentrándote poco a poco en un mundo donde los seres humanos tienen toda la culpa de la destrucción, una realidad más que latente, y lo que pretenden salvarlo son seres humanos casi explotados o creados por error que no saben lo que deben sentir. Watchmen es una recapitulación del ser humano en todo su esplendor: egoísta, soberbio, a veces empático y muy pero que muy errático.

Sin duda, si tenéis que acercaros a esta obra tiene que ser al cómic, la película mejor dejarla estar donde se quedó.
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