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Van pasando los años y Ana ya no es una niña, es toda una adolescente, pero una adolescente de inicios del siglo XX, no de los de ahora, situarse es muy importante. Se ve una clara evolución hacia la madurez del personaje, Ana es más reflexiva y sensata, a veces, que sigue siendo Ana y se le dispersan las neuronas de vez en cuando. Eso sí, no pierde su esencia en ningún momento, su imaginación sigue siendo la misma y está presente en todo momento. Y yo sigo igual que en el primer libro: me gusta Ana y su forma de ver la vida, pero de lejos, si tuviese que convivir con ella estoy totalmente seguro que no la aguantaría, es demasiado intensa para mí. Para mí otro punto fuerte del libro es que nos mete de lleno en la sociedad de la época, nos enseña los prejuicios que tenía la gente, lo que era bien visto y lo que no. Ya os digo que hay que leerlo siendo conscientes de que fue escrito en 1909, porque de lo contrario ciertas cosas cabrean… ¿o será que a mí me gusta cabrearme? Si os apetece pasar un rato agradable junto a un personaje que se hace querer, Ana es vuestra chica. |
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