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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
12 January 2023
Ana Shirley tiene 17 años y ya no es la pizpireta y alocada niña que llego a Tejas Verdes hace unos años. Ahora es una mujer joven que se enfrenta a su primer trabajo como la maestra de la escuela local de Avonlea. Y como tal tiene sus propias responsabilidades para con su familia, sus alumnos y sus vecinos. Pero en el fondo dentro de Ana sigue viviendo algo de la niña que antaño fue, lo que da lugar a no pocas situaciones absurdas, que se darán de la mano con todo lo que conlleva hacerse adulta y con la llegada de nuevas personas a su vida.

Tenia muchas ganas de leer ya la segunda parte de “Ana de Tejas Verdes” un libro que me encanto y me sorprendió a partes iguales, siendo una de mis lecturas preferidas del 2022. Pero al mismo tiempo tenía un poco de miedo de empezar este libro. Porque tenía la sensación de que la saga protagonizada por la entrañable y carismática Ana Shirley iba a ir decayendo libro a libro. No sé hasta que punto esto es verdad, tan solo sé que esta segunda entrega me ha gustado y entretenido mucho. Pero no ha llegado a emocionarme tanto como lo hizo la primera. Es un libro precioso, donde podemos encontrar mucha de la magia que para mi hizo de “Ana de Tejas Verdes” una lectura tan especial y deliciosa. Pero a la vez le falta algo de la chispa y el carisma que si tenia esa primera e inolvidable entrega. Me gusta pensar que el que este libro me haya calado algo menos se debe a que “Ana de Avonlea” no deja de ser una suerte de novela bisagra dentro de lo que es la propia saga. Aunque ahora tenga un puesto importante dentro del microcosmos de Avonlea y muchas más responsabilidades, Ana, no deja de tener dieciséis y diecisiete años en la novela. Se encuentra en esa fase en la que no se es niña, pero aún le falta un poquito para entrar en la adultez. Y ese es uno de los puntos centrales de la obra, el paso de la infancia a la adultez, el cual se completa en sus últimas páginas de una forma irrevocable.

Estoy empezando a coger mucho aprecio a Lucy Maud Montgomery como autora. Aunque sus novelas puedan parecer muy plácidas y dejarte con una aparente sensación naif, si escarbas un poco en ella te topas con una gran carga de sátira y crítica hacia la sociedad del momento, algo que da mucho relieve a su trabajo. Su pluma es muy cálida y pulcra, y a la vez muy directa y fluida. sensación. La manera en que trata el paso de las estaciones y las descripciones de la naturaleza que hace son una parte muy importante en la forma de escribir de esta autora, que sirven para contextual bien cómo va pasando el tiempo por Ana y Avonlea, y también son un recurso que nos permite saber cuál es el estado de los personajes. Es más, la propia naturaleza, en alguna ocasión, también es la encargada de marcar los tiempos y en hacer que la trama avance. Una de las mejores cosas que para mí ha tenido la novela ha sido la forma en que Montgomery logra hacer un libro que se lee tan bien, a partir de un argumento tan sencillo y sin necesidad ocurran sucesos impactantes o giros de guion bestiales. Para mí este es el secreto de la autora, la forma en que logra que todo fluya tan estupendamente. de hecho, para mi eso es lo único en lo que este libro supera al primero: ahí me queda a la sensación de que había un momento en que la trama se quedaba varada y todo se volvía un poco aburrido. En esta segunda entrega nunca he tenido esa sensación.

Puede que para mi el gran problema hayan sido los personajes. Ana sigue encantándome. Desde su primera aparición es un personaje que ha estado en constante crecimiento, y esa evolución sigue forjándose en esta segunda entrega. Eso es algo que me gusta mucho de las obras de Lucy Maud Montgomery, que no da nada por sentado ni se relaja, y sigue esforzándose en hacer avanzar a su protagonista. El detallismo y eficacia con que la maneja es, al menos para mi, el mayor encanto que han tenido estos dos libros que he leído de ella ( y también de la otra novela suya que he tenido entre manos, “Valancy Stirling”, que de momento es mi preferida de las que he leído de esta autora). Como ya dije más arriba, Ana se encuentra en un momento decisivo de su vida, pero sigue manteniendo toda su esencia y pureza infantil. Su rebeldía característica ahora se enfoca más en enseñar a sus alumnos de la forma que ella considera mejor, en conseguir que Avonlea sea un lugar mejor y más bonito, y en hacer mejor la vida de sus vecinos y conocidos. Pero el que ahora sea maestra no impide que protagonice situaciones absurdas y hasta ridículas, que no siga siendo un poco metepatas debido a su tendencia a actuar sin pensar demasiado y a su carácter risueño. Y a que no siga equivocándose y cometiendo errores varios. Y menos mal. Son esos momentos los que me han hecho sonreír durante la lectura, los que me han calentado el corazón mientras leía y me han recordado porque quise tanto a “Ana de Tejas Verdes” hace menos de un año y porque fue una novela que me encanto tanto, y porque Ana Shirley me cae tan bien, que es por lo humana que resulta y por la forma tan humana como la retrata Montgomery.

Pero al mismo tiempo, eso es también el gran problema que le estoy viendo a la serie. Ana es el personaje que mejor caracterizado está con diferencia. El que veamos cómo va creciendo y que es lo que siente en cada momento hace sumamente fácil conectar y empatizar con ella. Y eso no pasa con el reto de caracteres, la mayoría resultan demasiado planos y sosos, sin que tengan nada destacable. Incluso el otro carácter que mejor caracterizado estaba en el primer libro, Marilia, en este segundo volumen pierde mucho fuelle, debido a que ahora tiene un papel mucho más secundario. Es cierto que en esta nueva obra aparecen nuevos personajes, los cuales dan vigor al argumento gracias a las relaciones de lo más interesantes que entablan con Ana. Pero con excepción del nuevo vecino de Tejas Verdes, el señor Harrison, ninguno me ha parecido muy interesante. Hay dos niños en los cuales podemos encontrar características de la Ana niña, siendo los dos más desarrollados fe los muchos a los que ella da clases. Por un lado tenemos a Davy Keith, el cual se traslada con su hermana melliza, Dora, a vivir a Tejas Verdes, siendo un muchacho muy travieso y un poco malicioso , con propensión a hacer muchas preguntas y cuestionárselo todo; y Paul Irving, quien se ha trasladado a vivir con su abuela al pueblo, y cuyo carácter es más tranquilo, soñador, y tremendamente imaginativo. Junto a ellos destaca otro personaje nuevo, el de la señorita Lavendar, una mujer de carácter sensible e imaginativo, en la que Ana reconoce instintivamente un alma afín. Y no es para menos, ya que vive en un encantador paraje conocido como El Valle de los Ecos y le gusta imaginarse cosas tanto como a nuestra protagonista. Y que pese a su carácter aparentemente inocente, esconde su propia dosis de amargura y de arrepentimientos. Los tres personajes que mencionado está muy bien estructurados. Pero les falta la chispa y el carisma que si tiene Ana. Y creo que eso se debe a lo que se dicho antes, que al ser la protagonista de esta historia todo está muy enfocado en ella y en su evolución. Y al faltar ese toque, el resto de personajes quedan muy desdibujados. Lo que al lector le gusta de Ana y le parece adorable y aceptable, en ellos se siente cursi, soso y poco sustancial o interesante. Ni siquiera el toque de rebeldía que cada uno de ellos, a su manera, les logra salvar. Ninguno de los tres le llega a Ana a la suela de los zapatos.

Y por supuesto, mención especial para la preciosa edición que nos trae del clásico Alma Editorial. Cogí el primer tomo de esta editorial porque tenia muchas ganas de tener algo de este sello, y esto firmemente determinada a hacerme con toda la saga según vayan publicándola. En esta ocasión Alma nos trae un trabajo con tanta calidad como su predecesor. Es un libro que se come con los ojos, un deleite para la vista ver sus mil y un detalles y sus encantadoras ilustraciones, tan llenas de personalidad y fuerza, y que casan muy bien con el texto. Quizás la combinación en tonos amarillos y rojizos me haya llamado menos la atención y me haya parecido menos original que en el caso de “Ana de Tejas Verdes”, pero aún así me sigue pareciendo una autentica preciosidad. No sé si merece la pena coger otros libros de temática diferente con Alma, pero los de Ana tengo muy claro que si. Lo único que espero es que no tarden en sacar el tercero un año, que fue lo que ha pasado con este libro.

En definitiva, este libro ha sido, como “Ana de Tejas Verdes”, un bello canto a la imaginación, la inocencia , la amistad, la sensibilidad, la naturaleza y el amor. Pero también tiene un mensaje profundamente optimista: no importa cómo, pero la vida continúa avanzando. Incluso cuando parece que todo ha quedado congelado y que no pueden haber más sorpresas, todo puede cambiar y la vida puede ofrecerte una segunda y maravillosa oportunidad. del mismo modo que la primavera sigue al invierno, los niños deben crecer. Y eso no tiene que ser malo para nada, sino que debe verse como una nueva aventura.

Aunque no haya llegado a los niveles de su antecesor, “Ana de Avonlea” me ha encantado. Ha sido un auténtico placer leerlo y he disfrutado mucho con él.
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