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No sabría muy bien cómo empezar a hablar de este libro. Por un lado es un relato desgarrador sobre la depresión y cómo hace que una persona crea no encontrar la salida, y por otro es un bello canto a la alegría a través de la felicidad que da tener una mascota. He sentido mucha empatía con la autora por el amor que le tiene y que se ve reflejado en las letras hacia su patita Mizu. He sentido su dolor por la pérdida de la mascota, aunque creo que todos los que hayamos perdido una mascota a la que hayamos amado tanto, podemos sentirnos identificados. Además, a lo largo del libro vamos viendo una serie de imágenes la mar de adorables de Mizu, lo que hace posible que podamos conocerla un poquito más. Un precioso homenaje que creo que puede gustar mucho a todos los amantes de los animales. |
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