Una mañana cualquiera

Novela autobiográfica en la que el autor nos sumerge en el mundo de la enfermedad y del dolor, de la angustia y de la impotencia y rabia que sufren muchísimos pacientes.

Llama la atención el contraste tan marcado entre el primer capítulo en el que se establece la enfermedad y los minutos corren en contra de la vida de Esteban contado con un narrador omnisciente lejano y el resto de capítulos, en los que la medicación va surtiendo efecto devolviendo a Esteban nuevamente al mundo real, con la vuelta del estado consciente, sin alucinaciones y autónomo, con su particular paso por el desesperante mundo de la recuperación, la apertura mental para probar terapias alternativas y adaptarse a lo nuevo, incluso a sentir que empieza de cero al volver a su vida laboral.

Desde un punto irónico y, a veces, sarcástico, Esteban nos relata toda la odisea que vivió, impuesta por su enfermedad y como esta le obliga a un parón en su familia, su trabajo, su vida. Pese al desconocimiento sobre lo que le sucede, la incomprensión sobre las acciones de los profesionales que le rodean, del sistema de salud y el hecho de tener que "aprender" a vivir de nuevo y adaptarse a su situación, el autor nos sumerge en un positivismo y humor envidiables.

Como personal sanitario y, en concreto, intensivista, no he podido evitar sonreir con algunas de las explicaciones y descripciones de hechos, muy comunes entre pacientes. Además, me ha parecido un ejercicio muy interesante puesto que yo siempre lo veo, lógicamente, desde mi punto de vista, nunca desde la experiencia del que lo padece, por lo que creo que este tipo de testimonios debería ser leído por los profesionales sanitarios. Muchas veces nos encargamos de vías, tubos, medicaciones, algoritmos diagnósticos... y nos olvidamos de algo tan básico como el estado mental del paciente y sus familiares, el confort, etc.

Además de lo ameno de la lectura, creo que podemos sacar otra aún más importante y es la de aprender a valorar día a día lo que tenemos y saber apreciar las cosas pequeñas, como un bocata de jamón, una playa de Cádiz y, por qué no, un gintonic.