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¿Una lectura fresca, divertida (he soltado literalmente varias carcajadas), con tanto ritmo que parece a veces casi un guión de cine y con la que, de paso, conoces (o refrescas) muchas cosas de la mitología griega? ¡No seré yo quien renuncie! Esta novela, la segunda de una trilogía, cuenta la historia de Aldous Cliché, un cazador de tesoros, aventurero y, en general, alguien a quien la vida siempre sonríe y a quien todo siempre le sale bien porque, como él mismo dice, al héroe de un libro de aventuras no le pueden salir mal las cosas. Aldous y varios personajes, también muy divertidos y aventureros, viajan hasta la vieja Grecia en busca del Trono de Zeus y, por el camino, sufren mil y un percances. Cada situación es más cliché que la anterior, pero con ese título no podríamos esperar otra cosa, ¿verdad? Y es que los clichés, como los tópicos, existen porque la vida al final está llena de ellos. Sin duda lo que más me ha gustado y sorprendido de la novela es la brutal ruptura de la cuarta pared, a través de la cual Aldous se dirige al propio autor y le pide por favor que avance al próximo capítulo u otro personaje hace alusión al siguiente hecho que ocurrirá en la trama porque, claro, en una novela de aventuras no podría pasar de otra manera. Me ha parecido muy refrescante y sugerente pero, sobre todo, creo que encaja a la perfección en la trama del libro y, aunque sea paradójico, se siente muy natural. Quizás como punto negativo mencionaría un exceso de adjetivación en ciertos momentos, pero el libro me ha gustado y creo, además, que lo he leído en un momento muy apropiado. |
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