Camino sin señalizar

Irene y Marta se conocieron durante su juventud. La relación se enfrió con el tiempo debido a terceras personas pero de vez en cuando siguen pensando la una en la otra. En estos días, Irene ha vuelto a ponerse en contacto de manera inesperada con Marta que no tiene muy claro como reaccionar a su petición, aunque la curiosidad termina ganando y decide quedar con ella.
Lo que Irene le explica no tiene ni pies ni cabeza para Marta; cuando días después Irene no da señales de vida, Marta decide poner toda la carne en el asador y no parar hasta encontrarla.
El libro comienza con Marta intentando poner orden en su cabeza y sus desbocados pensamientos que bullen dentro como si estuvieran en una olla. Se las va apañando para ir ordenándolos y explicando que es lo que ha sucedido a la vez que nos pone al día de lo que ocurre a su alrededor.
Marta es una agente de policía con unas formas bastante bruscas en su trato, tanto en el trabajo como con su pareja; Irene es abogada y resulta todo lo contrario a su amiga, aunque ahora no sepan que palabra define la relación que no tienen. Eso carece de importancia al no dudar en acudir la una a la otra en un momento de desesperación.
Comienza así una historia de capítulos cortos que va contando hechos del presente y del pasado de las dos protagonistas: cómo se conocieron, sus altibajos y porqué se distanciaron y separaron. A la vez, vemos los avances que hace Marta en una investigación que parece hacer aguas por todas partes porque no termina de dar con la solución. Se tiene que introducir a marchas forzadas en el mundo del BDSM, su terminología y cómo son las personas que lo integran: amos y sumisos, que se supone siguen un papel dando rienda suelta a sus deseos de dolor, placer, subordinación y dominación, acordando términos y llegando a acuerdos de antemano pero, ¿qué pasaría si esas fantasías no terminaran, si no se distingue realidad de ficción, si esos roles no se quedaran solo entre las cuatro paredes de las habitaciones en las que se reúnen?
Al principio de los capítulos, hay algunos párrafos que sirven para reflexionar y llamar nuestra atención sobre lo que nos vamos a encontrar a continuación para resaltar lo importante del capítulo y reflexionar lo que se va encontrando Marta página tras página, porque si algo tiene la protagonista es que no para nunca.
Hay dos investigaciones paralelas: la oficial, en la que se piden permisos y órdenes al juez, se cuenta con los compañeros y se siguen los procedimientos legales y otra que es la que lleva Marta por su cuenta incapaz de permanecer quieta, sin pensar y sin actuar durante dos segundos seguidos. Ese agobio y ese estrés al que se somete a si misma -y somete a los demás- traspasa las páginas del libro y te arrastra a ese no parar que la caracteriza convirtiéndola en una persona que no resulta de trato fácil. Tampoco ayuda que toque las narices de gente que no debe y no deje de estar en constante riesgo a cada paso que da.
Una historia policíaca en la que hay que encontrar a Irene y esclarecer los motivos que la llevaron a ponerse en contacto con Marta, con bastante acción y un peligro constante, pero en la que también hay momentos para darle un par de vueltas a cosas que damos por supuestas a lo largo del libro con demasiada facilidad sobre algunas personas que participan en los juegos en los que se usan las cartas de obediencia y docilidad. No te lo pierdas.