No digas que fue un sueño

No llegará la sangre al Nilo...o igual sí...

Egipto en su magia y la fascinación que provoca, ya era en si suntuosa, llena de pompa y demencialmente recargada, absurdo es que Terenci Moix multiplique por 10 tanta opulencia, es como alicatar un cuarto de baño con oro y llenarlo de cuadros, flores, lámparas, figuritas y adornos en general, al final uno pierde la esencia de la tarea que ha ido a efectuar.

La prosa de Moix, es tan preciosista, tan acrobática, que aburre, el autor se gusta, el lector desaparece.

No empieza nada mal la novela, con el luto de Egipto por la boda de Antonio y Octavia, y el abandono que sufre por tanto, Cleopatra, pero a medida que avanzan las páginas, redundar en el drama, por bellas palabras que se usen, no solo empalaga, abruma y además oprime.
Y en esta asfixia, no puede ser de otra forma, el curso de la historia se ahoga.

Novelar una tragedia al más puro estilo de Shakespeare no es buena ida, pues en las descripciones se pierde la esencia del diálogo y como Moix se quiere, se ama, y se recrea en sus propias palabras, la magia de la tragedia muere en su primer acto.

No me ha gustado nada el trato que el autor da a Cleopatra, tildándola de ramera no solo por la parte romana, yo creo que por el mismo pues lo pone en boca de todo bicho viviente, si la emperatriz manejaba bien su cintura, bendita suerte del amante.

Diran que 300 páginas no son suficientes para describir la belleza de Alejandría, de Egipto o del amor de Marco y la Cleo, os aseguro que, con todas sus letras cagando amapolas, amatistas, lirios y perfumes de azahar justifican el suicidio de una persona completamente feliz.

Un pedo sin olor a estiércol es un gasto inútil, un esfuerzo en vano, quemar un recurso al tun tun...la muerte del poeta.

No digas que fue un sueño, fue una ronquera.
Papel higiénico perfumado.
Nunca tantas páginas bien escritas, me abureriron tanto.
Otro Planeta que se me queda en pueblucho.