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Kenji Miyazawa pasó gran parte de su vida (corta vida, pues murió con treinta y siete años) dedicado a la agricultura, apegado a la naturaleza a la que veneraba, y eso se deja sentir en toda su obra de ficción. Los tres cuentos que la editorial Satori reunió, y que lleva el título de uno de ellos, (obra inacabada y quizá la que le ha dado más fama) El tren nocturno de la Vía Láctea, son una buena prueba de que la naturaleza tuvo en su vida un significado primordial. En el primero de ellos, Gauche es un violonchelista que aprende, gracias a la intervención de una serie de animales del bosque cercano al que vive, la importancia de afinar bien el instrumento, dedicarle paciencia y tiempo. El segundo nos lleva hasta un pueblo minero a cuya escuela llega un nuevo alumno al que los demás llamarán Matasaburo, el dios del viento, y cuya extraña presencia coincide con ráfagas inusuales de viento. La imaginación infantil y la realidad se entremezclan para narrar las aventuras de una panda de chiquillos durante los días previos a la llegada del otoño. Bañarse en el río, comer fruta directamente de los árboles, canciones infantiles, travesuras... y la naturaleza siempre presente. Muy distinto es el último relato, El tren nocturno de la Vía Láctea, donde Miyazawa, de manera magnífica, narra el viaje onírico de un niño (Giovanni) a través de la nebulosa que le da título, junto a su amigo (Campanella) encontrando a su paso elementos tan inesperados como un hombre que atrapa pájaros que se convierten en dulces, un indio americano, una rueda climática, y hasta unos pasajeros del Titánic. El sueño del niño tiene lugar el día del Festival del Centauro (Festival de Tanabata) y las alusiones a la astronomía, festivales budistas, o paleontología son evidentes. El relato, aunque se considera un cuento infantil, es tan complejo que al final del libro la editorial ha incorporado un capítulo con las claves del texto para entenderlo mejor. Miyazawa tuvo una vida muy corta, pero que vivió con intensidad: su entrega a los más desfavorecidos, su poesía y su literatura, le han llevado a ser conocido como "el santo del norte". Un héroe cultural con una enorme calidad humana que queda reflejada en su obra, llena de lirismo e inocencia, quizá por eso no se entienda muy bien y llegue a parecer aburrida, muy alejada del lector actual. |
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