Hermanas

A pesar de que la novela negra es mi género favorito, y de haber leído cientos de historias que podrían encuadrarse dentro de subgéneros como el Nordic Noir o la novela negra italiana, apenas he leído nada de novela negra francesa (si, si, tengo Lemaitre pendiente), pero si “Hermanas” de Bernard Minier es un ejemplo de lo que se hace en el género más allá de los Pirineos, tengo mucho trabajo pendiente.

“Hermanas” es la quinta entrega en la serie protagonizada por el Comandante Martin Servaz. Generalmente no leo los libros de una serie desordenados pero, el desconocimiento y una sinopsis que llamó poderosamente mi atención, hicieron que, por una vez rompiese mis propias reglas. Aunque por una parte se tratan tramas de los libros anteriores que pueden considerarse spoiler, el hecho de contar el primer caso de Martin Servaz sirvió para que pudiese obtener una visión de conjunto del personaje aún no habiendo leído ninguno de los libros anteriores.

La historia se divide en dos líneas temporales. La primera parte nos lleva a 1993 y a los primeros días de Servaz en la policía. El asesinato de dos hermanas, las cuales aparecen atadas a un tronco y con un vestido de comunión, será el primer caso en el que participará. La escena recuerda a una novela escrita por un autor de bestsellers al que las hermanas idolatraban, pero el caso se cerrará tras la muerte del principal sospechoso. En 2018, una nueva víctima aparece con un vestido de comunión, lo que reabrirá viejas heridas en Servaz, tratando de esclarecer lo ocurrido 25 años antes.

“Hermanas” es una novela negra con pequeñas dosis de acción y un gran componente psicológico, y si tuviese que describirla en una única palabra sería “magnética”.

Un misterio muy complejo, lleno de escenas con un gran impacto visual y de pequeños detalles que, aunque en principio pueden pasar por alto, una vez llega la resolución muestran toda su relevancia dentro de la historia. Justo cuando parece que todo está dicho, un pequeño giro hará que todo salte por los aires, dándonos uno de esos finales que uno recuerda con el tiempo.

Los personajes muestran, así mismo, una enorme complejidad y profundidad. Me resultó muy interesante el contraste en el personaje de Servaz, desde sus inicios, donde presenta un idealismo muy marcado, hasta el presente, donde a pesar de seguir manteniendo dichos principios, el tiempo y la experiencia han hecho que éstos no se mantengan tan firmes.

Con una pluma sencilla (que no simple), el autor crea una historia envuelta en una atmósfera turbia e inquietante, en la que no será hasta las últimas páginas cuando todas las piezas hagan clic y podamos ver completa la imagen de un puzzle que escondía varias sorpresas.