La niña del mercado

La Guerra Civil fue más que un conflicto armado. Más que militares enfrentados, muriendo y matando. Una gran parte de la población civil sucumbió ante lo que poco tenía que ver con su esfuerzo diario por dar de comer a los suyos. En el abismo entre los unos y los otros, la historia ha colocado a los que señalaron con el dedo, bien ante un bando o ante el opuesto, a personas inocentes que habían despertado sus celos, su envidia o su odio. El dolor del desgarro que fue la guerra llega hasta nuestros días y resulta una herida que aún escuece.

La niña del mercado (Mar Editor, 2022), de Olga Mínguez Pastor constituye la segunda entrega de la saga protagonizada por el ya popular -y atractivo- inspector Leonardo Vélez, tras unos meses de los hechos acontecidos en el caso de su primera novela, La absurda existencia de Dalila Conde (2018).

Nos encontramos ante un sangriento asesinato que promete ser el primero de varios y que se acompaña de una carta para Leo, que lo reta a cerrar el círculo. A medida que tienen lugar interrogatorios y hallazgos, se establece una lucha contrarreloj para encontrar un contexto que permita identificar al asesino, evitando así nuevas muertes. Esta investigación, de ritmo trepidante, nos llevará hasta el horror del bombardeo del Mercado Central de Alicante en 1938, la angustiante salida al exilio del Stanbrook, el último barco que logró partir tras el final de la Guerra Civil, o el México de los años cuarenta.

El inspector Vélez y su equipo tendrán que ser capaces de unir las piezas de aquellas vidas pasadas para detener el derramamiento de sangre. Y para ello deberán encontrar el equilibrio que les arrebató su anterior caso, con la incorporación de la subinspectora Garrido, gran aficionada a la literatura y que se mantiene en una posición reservada a lo largo del relato. No así sus compañeros, Carlos Linares, siempre conflictivo, y Juanjo Arjona, que ha reforzado sus vínculos con Vélez y lo apoya en su relación con Martín, que no parece tan comprendida por todos, dada su implicación en la investigación anterior.

Aunque no es necesario haber leído la primera entrega para seguir sin problema la segunda, estoy convencida de que el disfrute será aún mayor con la lectura en orden de ambas y pudiendo asistir a la evolución de los personajes. Se trata de una novela policiaca de trama muy trabajada, que ahonda en la importancia de la memoria histórica y que mantiene en tensión al lector hasta la última página.
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