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Las relaciones en el tiempo de la comunicación. Asincrónica o sincrónica. O ambas. Y ambas. Las relaciones en el tiempo de la obsesión. Leer precisamente en estos tiempos de obsesión me lleva a devorar esta novela en menos de un día. Es fácil sentir la densidad, la extenuación en la relación entre Sonia y Knut. Lo concreto y lo abstracto. La curiosidad, el peligro, la automaticidad. No es un intercambio entre iguales. Uno da y lo poco que recibe aumenta aún más el ciclo. Una recibe y, sin saber muy bien por qué, acaba dando. El robo como acto de entrega. Lo robado como pago por la existencia del otro. Así es como se teje la confianza entre un lado y el otro. La historia que nos presenta la autora no es ni más ni menos que el reflejo actual de lo que se esconde tras una pantalla. Tras ese frágil parapeto podemos mostrarnos al mundo como queramos, podemos convertir las mentiras en verdades y los silencios en excusas y treguas que nos permitan dar un paso atrás y preguntarnos qué es lo que estamos haciendo. En ese tira y afloja avanzan los años y la fantasía que, peligrosamente y con un arriesgado índice de decepción, se convierte en realidad o en un trasunto de ella. Los inquietantes monólogos de Knut, plagados de reflexión, acusaciones y una persistente presión, y la contradicción en los sentimientos y las respuestas de Sonia, acaban por introducirte en esa minúscula burbuja de ansiedad de la que no sabes si huir o aguantar hasta la última consecuencia. Siento que es una novela que te atrapa precisamente por esa pulsión permanente entre el asco y la atracción, que en mayor o menor medida hemos sentido en algún momento por una persona, cosa o situación. Es el primer libro que leo de Sara Mesa y la verdad es que me ha fascinado, esa es la palabra que mejor define esta oquedad extraña en el pecho. Es excesiva, cañera pero también profundamente interesante en los temas que trata. Acumula más de un detractor pero, al menos en mi caso, me ha ganado. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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