Cinco inviernos

«¿No desplegar toda la verdad es mentir?»
 
Olga Merino en diciembre de 1992 coge rumbo a Moscú como corresponsal de El Periódico. Esta fascinante obra recorre no solo la política, el final de la unión soviética, la dimisión de Gorbachov; también la literatura, Gogol, Tolstoi, Chéjov, Mijail Bulgákov, Isaak Bábel, Boris Pasternak, Vasili Grossman, nunca me fijé en el detalle de las vías del tren; la música, los lugares más emblemáticos y hace un retrato magnífico de la sociedad rusa y sus penurias, viviendo por debajo del umbral de la pobreza, un país con una tasa de alcoholemia muy alta, aunque este último parece que desde hace unos años ellos aseguran que es un estereotipo.
                En el 2021 rescata del cajón aquellos cuadernos que escribió escrupulosamente, tenía entonces veintiocho años, sabía poco de la vida, menos de la muerte, entonces no había perdido ningún ser querido, ¿cuánto había cambiado en esos treinta años?
                Un retrato de la vida como corresponsal, de las dificultades económicas que vivió, de las amistades y del amor, Serguei. La escritura mucho más allá del trabajo diario, «Siento una tristeza melancólica y necesito como nunca sentarme a escribir para reanudarme, para reencontrarme», cada cuaderno es el retrato de Olga, «No sé bien que hago aquí. Me digo a menudo que no tengo nada de periodista. Me interesa el mundo y la verdad, pero ni soy competitiva ni quiero llegar antes que nadie…», ¿qué conserva la Olga de ahora de aquella otra? Esto para mí es pura vocación, «me interesa el mundo y la verdad».
                Me ha gustado muchísimo el estilo de Olga Merino, que me sumergiera de nuevo en la cultura rusa.
 
«No quise tener hijos. La maternidad y la escritura son dos carreras de fondo»