Cinco inviernos

Un imperio en quiebra, una escritora en formación.

En diciembre de 1992, poco después del derrumbe de la Unión Soviética, Olga Merino preparaba las maletas para instalarse en Moscú como corresponsal. En la capital rusa vivió 5 años, en la vorágine de un cambio de época que marcó también un antes y un después en su vida personal. En 2022 la periodista rescata los diarios que entonces escribió, los recuerdos de sus años rusos.

La autora nos presenta un viaje a un momento y a un lugar que ya no existen: el Moscú en el que se derrumbaba un imperio. Hay en él grandes momentos históricos: la crisis constitucional de octubre de 1993, la primera visita a Chernóbil, las primeras elecciones desde la caída de la URSS, la guerra en Chechenia… Pero también relata las restricciones, las colas para comprar, la falta de autobuses o taxis.

"Cuarenta millones de rusos viven por debajo del umbral de la pobreza; otros cien malviven trampeando"

Y también es un libro lleno de reflexiones y donde rebosa la literatura, especialmente la rusa, pues al fin y al cabo, el sueño de Olga Merino era el de ser escritora.

"Toda la literatura rusa está recorrida por un pitido de un tren en la noche"

"Casi todos los grandes clásicos han escrito sobre el crujido de las pisadas en la nieve, sobre el silencio blanco..."

Me ha parecido un documento único por el tema que trata, pero no me ha convencido del todo la forma, al fin y al cabo, son los diarios personales de la autora: hay partes que me han gustado muchísimo, otras no tanto y algunas otras me hubiera gustado conocer mejor. Pero, en general, por ser un relato de grandes hechos históricos y de la cotidianidad de un país tan diferente, al final me ha resultado interesante y lo recomiendo si os interesa esa parte de la historia.

"Me asombra cómo reverencia este pueblo a la literatura, con qué devoción leen. Jamás había visto a tanta gente leyendo en un vagón de metro"

"La diferencia entre rusos y extranjeros es que nosotros esperamos que las cosas funcionen. Ellos no"

«¿No desplegar toda la verdad es mentir?»
 
Olga Merino en diciembre de 1992 coge rumbo a Moscú como corresponsal de El Periódico. Esta fascinante obra recorre no solo la política, el final de la unión soviética, la dimisión de Gorbachov; también la literatura, Gogol, Tolstoi, Chéjov, Mijail Bulgákov, Isaak Bábel, Boris Pasternak, Vasili Grossman, nunca me fijé en el detalle de las vías del tren; la música, los lugares más emblemáticos y hace un retrato magnífico de la sociedad rusa y sus penurias, viviendo por debajo del umbral de la pobreza, un país con una tasa de alcoholemia muy alta, aunque este último parece que desde hace unos años ellos aseguran que es un estereotipo.
                En el 2021 rescata del cajón aquellos cuadernos que escribió escrupulosamente, tenía entonces veintiocho años, sabía poco de la vida, menos de la muerte, entonces no había perdido ningún ser querido, ¿cuánto había cambiado en esos treinta años?
                Un retrato de la vida como corresponsal, de las dificultades económicas que vivió, de las amistades y del amor, Serguei. La escritura mucho más allá del trabajo diario, «Siento una tristeza melancólica y necesito como nunca sentarme a escribir para reanudarme, para reencontrarme», cada cuaderno es el retrato de Olga, «No sé bien que hago aquí. Me digo a menudo que no tengo nada de periodista. Me interesa el mundo y la verdad, pero ni soy competitiva ni quiero llegar antes que nadie…», ¿qué conserva la Olga de ahora de aquella otra? Esto para mí es pura vocación, «me interesa el mundo y la verdad».
                Me ha gustado muchísimo el estilo de Olga Merino, que me sumergiera de nuevo en la cultura rusa.
 
«No quise tener hijos. La maternidad y la escritura son dos carreras de fondo»