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Se trata de una novela gráfica, fantástica y juvenil. Diría que es una bildungsroman ilustrada que me ha sorprendido gratamente, desde su presentación en gran formato y tapa dura; su trama con una historia distópica que entretiene, pero sobre todo la propuesta estética de Molly Mendoza: la forma en la que alarga y deforma las figuras, en que dispone los colores en función o en favor de las diferentes dimensiones por las que se mueven Bloom y Gloppy, los personajes, quienes se sumergen y te sumergen en una atmósfera surrealista, psicodélica y en la sensación constante de movimiento.

Una novela gráfica en la que el cómo se cuenta dirige al qué se cuenta. La historia es sencilla: Bloom y Bee reciben un mensaje de otros supervivientes en un mundo postapocalíptico, Bee acude en su ayuda y deja a Bloom en su espera, pero este termina sin querer en otra dimensión, en donde conoce a Gloopy, un exiliado de su comunidad junto a quien Bloom se encontrará con una serie de personajes y situaciones fantásticas que le llevarán a enfrentar su propio miedo, antes de volver a casa. La historia es sencilla decía, sin grandes giros o acontecimientos profundos (más allá del viaje que en sí lleva siempre una alta dosis de profundidad), la riqueza, originalidad y potencia radican en el estilo de Mendoza, joven ilustradora y autora de cómic estadounidense, cuyos otros trabajos deberíamos conocer, muchos de ellos resaltan la belleza y la fuerza de la mujer y de las personas querer y trans, algo que también se puede ver en Skip, aquí los personajes no tienen un género atribuido y los diálogos se desarrollan con lenguaje inclusivo.

Gran iniciativa de Dibbuks de traducir y publicar esta obra. Espero que llegue más de Molly Mendoza a los lectores hispanohablantes.