Cómo me gustaría que, después de leer esta obra, Risto Mejide me despejara el resto del abecedario. Sin tapujos ni manías, usando un lenguaje que sólo este autor puede utilizar, con el don de acercarse a sus lectores y hacerles pensar, pensar no sólo en sus relatos personales sino también de la vida en general. Enamorarte de cada una de las letras y criticar otras muchas más. Reír a carcajadas como si de una charla de amigos en el bar se tratase y concluir cada texto con un "que jodida verdad".
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