La casa al final de la calle

Viajamos a Wisconsin para conocer a nuestros protagonistas.
Comenzamos con Sharon, una mujer jubilada que siente devoción por su hija de la que recibe una llamada pidiendo un gran favor, que no es otro que acoger a su amiga Niki en casa.
Niki ha tenido una infancia complicada, pasando por diferentes casas de acogida tras el fallecimiento de su madre.
Juntas se volverán inseparables y más aún cuando una fría noche de invierno Sharon ve en la casa vecina tras la ventana a una niña lavando los platos. Según sabe, la familia solo tiene un hijo adolescente... ¿Quién es esa niña? ¿Por qué nadie la ha visto nunca?

Mayúscula es la sorpresa que me he llevado con esta lectura que me ha tenido enganchada hasta la última página.

Los personajes resultan muy reales tanto que ha sido sencillo empatizar con varios de ellos y también de odiar a uno en concreto.

Las relaciones entre ellos, las circunstancias que les acompañan y ese no se que qué no me ha dejado despegarme de sus páginas.

No es una novela con grandes giros pero si una que muestra la realidad de muchos niños que no han tenido la oportunidad de crecer, jugar, divertirse y aprender por no haber tenido la suerte de nacer en una familia que les diese el amor que sin duda merecen.

Chantajes, mentiras, manipulación, presión social y apariencias que mantener son los ingredientes que están presentes en esta novela con un final bien cerrado, previsible también pero que no me ha podido gustar más.

Lectura rápida, una trama que atrapa, unos personajes reales y muchas ganas de volver a leer a la autora. Sin duda, muy recomendable.