Un thriller de capítulos cortos y trama fluida, que consigue que lo leas de un tirón. Empieza fuerte, con una madre desesperada por encontrar a su hija desparecida,para luego cambiar de escenario y llevarnos a la casa de Sharon Lemke y sus intrigantes vecinos. ¿Será verdad que ocultan una niña en su casa? Y es que la familia Fleming es de lo más especial. A medida que vayamos conociéndola, sobre todo a la madre, terminaremos odiándola, un ser despreciable y egoísta, narcisista diría yo, y que pretende gobernar tanto a su marido como a su hijo Jacob. Con la ayuda de Nikki, una joven con un pasado difícil y que acoge en su casa, Sharon intentará conocer qué pasa realmente en la casa de los vecinos. Los personajes están muy bien desarrollados, adoré a Nikki y a Sharon y la relación que se establece entre ellas. También hay otros que generan ternura como Mía y Jacob y la bonita relación que hay entre ellos a pesar de las circunstancias. Desde el principio queda todo descubierto para los lectores, pero eso no quita que haya momentos de tensión y de saber que va a pasar y si finalmente Sharon y Nikki conseguirán descubrir el asunto. La manera en que la autora consigue hilar las tres historias, la de la madre que busca a su hija desparecida, la de la familia Fleming y la de la propios Sharon y Nikki me ha encantado y da redondez a un final que me ha gustado y me ha dejado muy buen sabor de boca, sobre todo ver como en esta vida siempre hay segundas oportunidades. Una historia de secretos y en ocasiones un poco dura, porque trata temas como el abuso y la realidad de muchos niños que nacen sin el amor de una familia. En conclusión, una novela que, sin tener grandes giros en la trama, engancha y entretiene. Ideal para un parón lector o para una agradable tarde de lectura con manta y una bebida caliente. Ideal para desconectar. |